martes, 28 de julio de 2015

Europa: a 4 pasos de la perfección



Recién llegadita de Europa puedo afirmar que definitivamente es mi destino favorito!!!
Claro que nunca las cosas son 100% perfectas y hay ciertos detallecitos europeos que podría llegar a cambiar porque me desagradan sobremanera. A saber:
1. NO USAN BIDET: ¿A quién se le ocurre que la limpieza post necesidades fisiológicas tenga que ser en seco como en la tintorería? ¿Acaso no pudieron descubrir en tantos años las maravillosas virtudes del bidet?
En mi primer viaje (hace casi 30 años) me sorprendió un poco la ausencia de este simple mueblecito, hasta que en viajes recientes he llegado a ver ciertos intentos por acercarse a la civilización (al menos en lo que a higiene se refiere)
Por ejemplo en París me ha tocado descubrir un bidet así, grande como los nuestros, que estaba discretamente oculto dentro del vanitory. Así que había que abrir las puertitas del mueble, girar el asientito y tratar de embocar con el trasero, cuidando de no pegar un culatazo contra el lavatorio o no terminar encajada dentro del compartimiento del vanitory.
También he visto unos inventos raros en los que el agua sale desde atrás, por lo que al sentarse, en lugar de quedar sobre el chorro, corrías el riesgo de aplicarte el pico cual supositorio y terminar en un grito de dolor más que en un baño de placer.
Finalmente están los tipo duchador, que cuelgan al lado del inodoro y son lo más práctico que he visto hasta el momento en el viejo mundo.
A veces cuentan con canillita propia y otras, como en un hotel que visité en los países bálticos, tiene conexión con la canilla del lavatorio, algo que descubrí recién cuando terminé bañada por la presión de agua de semejante engendro.
2. USAN EDREDONES: Si van a Europa, olvídense de las sábanas, frazadas y cubrecamas porque simplemente no existen. Allí usan edredones. O lo que aquí llamábamos plumones. 
Algunos más sofisticados con plumas verdaderas; otros con plumas sintéticas... lo cierto es que sea invierno o verano, usan unas sábanas tipo bolsas en medio de las cuales meten el plumaje.
Y reconozco que soy una jodida, nunca fue mi intención negarlo, pero para dormir detesto las cosas que pesen sobre mis piernas. Necesito movilidad; estoy en permanente movimiento hasta de dormida!! Y el edredón me aplasta, me ahoga, me da calor!!!
Sin edredón hace frío. Con edredón hace calor. No hay un término medio.
En este último viaje, un día -cansada de despertar empapada y furiosa por tener esos kilos de plumas aplastando mis piernas- se me encendió la lamparita de cambiar la sábana de abajo por el edredón!! (guau... qué iluminación!!!) 
Así pude al fin disfrutar de una gloriosa noche de sueño, tapada con la sábana (que desde luego no es ajustable... en fin, no son tan inteligentes como suponíamos) y sobre un colchoncito de plumas extra.
Pero a la segunda noche tenía frío... no tanto como para el edredón, así que opté por sacar el relleno y taparme con la bolsa de sábanas más un toallón.
A la mañana, a riesgo de pasar por loca ante la mucama de turno, perdí media hora reacomodando todo el desorden horroroso que había en mi cama.
¿Es justo tener que llegar a tal grado de "degradación dormitoril"?
Queremos sábanas y cubrecamas, europeos, ¡¡¡sábanas simples!!!
3. NO TIENEN DULCE DE LECHE: ¿Cómo pueden los países europeos ignorar las bondades del argentinísimo dulce de leche? 
Podría estar presente en tantas delicias, pero no, ¡¡no existe!!
En Viena me senté al fin a comer la famosísima Sacher Torte, algo así como una orgía de chocolate hecha torta. Pero ¿qué le faltaba al medio?... Dulce de leche, señores!! El dulce de leche no se puede reemplazar con chocolate ni con cremas ni con mermeladas. El dulce de leche es una institución!!!
Por primera vez encontré en Vilnius, capital de Lituania, el preciado dulce argentino en un supermercado. No lo podía creer. Hasta fotos le tomé!!
Claro que lo venden como producto exótico. No lo agregan a sus postres ni lo ponen en los desayunos.
¡¡¡Aún no saben lo que se pierden!!!
4. NO COMEN PAN: A excepción de Italia, que es como una prolongación del caos cotidiano en el que vivimos, en los demás países no comen pan con las comidas. 
En algunos lugares hay que pedir el pan y pagar por él y en otros directamente no existe!!
¿Con qué juntan la salsita y empujan la verdura?... ¿Cómo pueden perderse las delicias de la adicción a las harinas?
En este último viaje, en un almuerzo pago, me sorprendió encontrar pan en la mesa. Las rodajas finas estaban prolijamente dispuestas en una pequeña panerita y tapadas con una servilleta... ¡¡¡una por cada comensal!!!
Pan sólo con el desayuno. Y si se contrata desayuno continental.
En fin, pueden no tener estos detalles, pero nos siguen revolcando por el piso con tantos otros que estaría bueno copiar por este lado del charco. Por eso nunca me cansaré de elegirlo como destino. 
Puedo seguir viajando con una frazadita en el bolso de mano, toallitas húmedas para limpiar mi trasero y aguantar mis adicciones hasta el regreso, ¿no?

viernes, 3 de julio de 2015

Mi primera experiencia viajando en trenes europeos



¡Hola a todos! Los saludo desde una adorable y soleada Amsterdam, hasta donde llegué para hacer realidad por tercera vez mi sueño de ver a André Rieu en concierto en su hogar natal, Maastricht.
Lamentablemente también será mi última vez, al menos en mi vida laboral, porque este viaje me ha causado unos cuantos problemas... pero eso es harina de otro costal y enfoquémonos en lo que interesa: mi fanatismo y lo que se puede llegar a hacer por una pasión.
A los que no me conocen personalmente les cuento que hasta hace tres años yo era muy gorda... MUY. Lo que me tenía más que imposibilitada para moverme con libertad, no sólo a países lejanos sino hasta la esquina de mi casa nomás.
En 2012 me sometí a una cirugía de bypass gástrico y, tras mucha fuerza de voluntad, bajé 85 kgs. Hoy en día no soy una sílfide, mi contextura siempre será grande, pero puedo manejar mi cuerpo y hacer miles de cosas que antes eran inimaginables para mí!!
Así, en 2013 decidí viajar a ver el soñado concierto de André Rieu en Holanda. Ese concierto que tantas veces había visto en dvds, ahora presenciarlo personalmente!!! Era un delirio hecho realidad.
Claro que no se realizaría en Amsterdam, sino en Maastricht. ¿Y cómo llegar hasta allá?
En tren, inevitablemente.
Hasta ese momento mi experiencia de "andar por mi cuenta" en países de habla no hispana era escasísima, por no decir nula; y el hecho de pensar en el idioma holandés, subir a un tren, hacer conexiones, etc. trastornó hasta a mis tripas, ocasionándome una divina diarrea previa de largos días de duración!! (el típico "cagazo", metafórica y literalmente hablando)
Apenas llegué al aeropuerto de Schiphol pregunté en mi inglés básico (entonces, ahora está más perfeccionado, tras cursito on line) por el viaje a Maastricht, horarios, etc., si bien ya tenía el pasaje comprado desde Argentina.
Me dieron una listita impresa de la que no entendí un cazzo!!
Después de una microsiesta en mi hotel del aeropuerto y un baño reparador, me dediqué a revisar con más tranquilidad los papelitos que había traído con los horarios y combinaciones de trenes.
En principio (según había investigado en internet) la ruta era fácil. Tomaba un tren hasta Utrecht y allí cambiaba de tren hacia Maastricht. Fin del periplo.
Pero si me conocen un poquito sabrán que nada es tan simple para mí... hasta el 11 de julio de ese año estaban reparando unas vías en esa ruta y por lo tanto no había trenes. ¿Qué fecha era la de mi viaje? 6 de julio!!!
Así que ahí estaba, revisando la nueva ruta. Y al fin entendí!!
Eran dos combinaciones de trenes. No parecía difícil: Schipol-Rotterdam y Rotterdam-Maastricht. Genial!! El primer tren salía a las 8 así que puntualísima como soy, pensé en tomar el shuttle bus de las 6 para llegar con tiempo... con todo el tiempo del mundo para ubicar andenes y demás!!
Así lo hice y tras llegar al aeropuerto por las dudas fui nuevamente a preguntar por la ruta a Maastricht, portando el papelito del día anterior. 
Un holandés muy ácido lo tomó y abollándolo me dijo "This is not correct". Y me dio otra ruta!!!!!!!! Eran las 6:50 y el nuevo tren salía a las 7!!!
Bajé corriendo las escaleras para la estación de trenes del subsuelo, ubiqué el andén y después de verificar con unos guardas si era el tren a mi primera estación, subí.
De más está hablar de la limpieza y el estado de esos vagones... en fin, ahorraré renglones de descripciones.
Salió con puntualidad holandesa y comencé a temblar.
Así llegué a la primera estación. Cargando mis dos valijas (la grande y el bolso de mano) me moví de andén y subí orgullosa al segundo tren. Faltaban 15 minutos para la partida y ya estaba allí!!! Claro que cuando salió 5 minutos antes comencé a preocuparme. HABÍA SUBIDO AL TREN EQUIVOCADO!!!! (por no leer los carteles con indicaciones)
Comencé a desesperar. Pregunté a varias personas si ese tren iba a Eindhoven (segunda parada) y todos lo confirmaron: NO.
Al fin di con un holandés que amablemente me dijo que el tren se detendría en Tilburg, donde podía bajar y tomar uno nuevo a Eindhoven.
El holandés bajó conmigo y estuvimos conversando largo rato en mi pobre inglés, pero entendí todo, ¿eh?
Me recomendó no tomar el primer tren que se detuvo allí, por ser ruidoso y parar en muchas estaciones. Mi natural desconfianza me hizo preguntarme si era así o me estaba currando. Pero era verdad, no estaba en Argentina!!
Subí al nuevo convoy y viajé hasta el dichoso Eindhoven, donde tendría sólo 2 minutos para conectar con el último tren.
Y lo hice!!!! Crucé de andén y subí al último tren. Con orgullo me senté y me dispuse a disfrutar el último tramo del viaje.
Entonces apareció mi "amigo holandés" para contarme que había ocurrido un accidente. Un tipo se había arrojado en las vías y ahora se encontraban cortadas!!!!!!! Así que nos llevarían un tramo y luego tendríamos que tomar un bus hasta otra estación para así llegar a Maastricht.
No podía dar crédito a lo que escuchaba... mi "penoso inglés" me debía estar traicionando. Pero al rato cayó el guarda y nos contó la misma versión de los hechos.
Ese p... suicida ¿no podía haber elegido otro día?... 
En fin, por suerte al menos me había ocurrido eso en un país serio donde no nos dejaron varados en medio del campo sino que se ocuparon de procurar que llegáramos a nuestro destino. 
Así, nos recibieron en la estación con café caliente y bebidas varias para compensar las molestias y en 10 minutos llegó un bus de lujo para trasladarnos hacia la estación de Roermond.
Allí me despedí de mi buen amigo holandés y esperé el tren a Maastricht. Estaba tan insegura que pregunté unas 10 veces si era el tren que me llevaba a ese destino.
A las 11 de la mañana, tras 4 largas horas de viaje llegué a Maastricht!!!!!!!!!!!!!!!
En fin, toda una odisea, pero con la satisfacción de ver cómo en un país "en serio" los imprevistos se resuelven sobre la marcha y el mundo sigue andando casi sin alteraciones.
Una pequeña utopía para un argentino, ¿no?

miércoles, 24 de junio de 2015

Una cuestión de cambio


Una de las cosas más odiosas de viajar al exterior es manejarse con otra moneda.
¿Por qué no existe una moneda de cambio universal? Simplificaría tanto las cosas!!
Lo cierto es que en medio de la vorágine enloquecedora de un viaje, si hay algo que agrega más ansiedad, adrenalina y tensión es tener que pensar todo aquello por lo que hay que pagar, en otro signo monetario.
En Europa ahora el euro simplifica bastante todo, pero imaginen lo que fue mi primer viaje allá por los 80's... 9 países y 9 monedas diferentes. Saber cuánto cambiar, cómo, cuándo, dónde; además, sin tarjeta de crédito (ya que entonces no era tan común como ahora) y sin idea del costo de las cosas!!
Si era complicado para mí -que tenía 16 jóvenes años y una avidez por aprender cosas nuevas- piensen en la gente mayor!!
Había un matrimonio rosarino en mi grupo, que entonces rondaba los 80 pirulos y les habían regalado el viaje como obsequio por sus 50 años de casados. Pobres, no cachaban una!!! 
Con gusto me dieron el trabajo de ser su contadora personal y así les administraba su dinero.
Claro que entonces era más fácil porque, si bien aún no eran tiempos del 1 a 1, no habíamos llegado a la hiperinflación y con $1 comprábamos algo más que 1 dólar!!
Ahora tenemos más cálculos que hacer: de moneda local a euro o dólar, de ahí a pesos y encima agregar la bendita retención de la AFIP (que a todos resulta tan duro de entender en el exterior).
Y hay otra cosa a la que no estamos acostumbrados: a dar propinas.
En nuestro país a lo sumo se da propina al mozo de un bar. En otros países todo es propina!!!
En Cuba, por ejemplo, te piden propina hasta para sonreírte; te miran y ya te están mangueando.
En Europa hasta los taxis piden propina!!! Cosa que yo ignoraba.
Durante mi estadía en Londres el tipo de cambio libra esterlina/dólar o euro me erizó hasta los pelos de las cejas!! (por no decir otra cosa), pero supe administrarme bien y llegué al último día sin dinero sobrante al pedo y contando sólo con algunas monedas para guardar de recuerdo.
Satisfecha con mi contabilidad, guardé los últimos euros en la valija de mano (ya que tomaría un vuelo en Londres directo a San Pablo) y tomé el transporte que había contratado y pagado unos días antes.
Todo marchaba bien hasta que al llegar al aeropuerto el chofer pidió graciosamente su "tip". Yo sólo tenía monedas que no valían nada!!!
Convencida de que aún me quedaban algunos euros a mano, le pregunté si podía abonar su propina en esa moneda. Obviamente respondió que sí. Pero por más que busqué, para sacar mis euros hubiera tenido que desarmar mi maleta de mano (algo que definitivamente no estaba dispuesta a hacer!!)
Entonces puse mi mejor cara de damisela en apuros y le dije que no tenía más que pesos argentinos.
Me miró con su más horrorosa cara de asco y subió a la traffic dando un portazo. 
Y así gané mi primer enemigo inglés... y musulmán!!
Durante mi último viaje a la ex Yugoslavia fueron pocos los cambios que tuve que hacer de dinero y supe manejarme con maestría, hasta que el cansancio me traicionó cierto día en Zagreb, al terminar de almorzar un suculento plato de spaghettis.
Tenía que dar propina al mozo y no contaba con cambio, sólo billetes grandes. Así que con mi inglés básico pregunté al tipo si podía cambiarme 10 por monedas y así lo hizo. Cuando me dio 7 lo detuve y amablemente le dije que guardara los 3 restantes.
Satisfecha con mi negociación, me dispuse a guardar la billetera e irme, mas el mozo no se iba y me miraba desconcertado. Él tampoco sabía inglés y hablaba en una mezcla de bosnioinglesado que no alcanzaba a entender.
Yo le explicaba que los 3 eran para él; por ahí pensé si no era poco, o mucho, o qué sé yo... ¡¡¡no hablo bosnio!!!
Hasta que por señas nos entendimos... el pobre tipo me reclamaba el billete de 10 que yo nunca le había dado!!!!!!! En medio del cambio él había entregado las monedas y yo entonces no sólo no le había dejado propina sino que le había cobrado 7 sin darle los 10!!!
Avergonzada, le pedí disculpas en todos los idiomas. Sí, hasta en bosnio!!
Los cambios nunca fueron fáciles para mí... hasta mi psicóloga lo dijo!!!!

martes, 16 de junio de 2015

Mi primera entrada en triple al viejo mundo


La primera vez que viajé a Europa era una pendeja inconsciente. Tenía 16 años y si bien era bastante centradita para mi edad, era lo suficientemente inmadura como para disfrutarlo a pleno.
Pese a todo, quedé impactada con esas tierras. Con la belleza natural, sí, pero fundamentalmente, con todo ese patrimonio histórico... la arquitectura!!!!! 
Siempre me fascinó observar esas construcciones milenarias y pensar todo aquello de lo que fueron testigos esos muros, que aún siguen en pie. Algo asombroso para una argentina, teniendo en cuenta el desprecio que hay por aquí de todo lo antiguo y lo histórico. Somos los capos de la demolición y del deterioro progresivo, del descuido y la desvalorización.
Lo que no me impresionó positivamente fueron las condiciones en que hice ese viaje.
Inicialmente había sido proyectado para mi mamá y para mí, pero ella ya comenzaba con su larga lista de problemas de salud, así que terminé viajando con mis tíos, a quienes conocía poco y nada, así que eran casi extraños para mí. 
Pero entonces mi política era la de no importar con quién con tal de viajar y conocer, así que hice mi valijota (en ese entonces ni siquiera existían las de rueditas y ultra livianas; todo era pesado de cargar) y me embarqué rumbo al viejo mundo, en lo que sería mi primer viaje en avión y mi primera experiencia en el exterior.
Mi madre no era ninguna liberal, no crean, así que la única condición que puso fue que durmiera junto a mis tíos. Y, amigos míos, en Estados Unidos las habitaciones triples y cuádruples son moneda corriente, pero en Europa (y en 1986) una triple sólo tenía un significado:  matrimonio + niño.
De esa manera me tocó dormir en las cuchas más terribles que se puedan imaginar!!! Camitas diminutas en las que mis metros de patas asomaban en la punta, hasta un catre en la glamorosa París!!!! Sí, un catre, de ésos de maderas cruzadas en x y lona al medio!!
Tenía tal mufa al llegar a la ciudad luz, que la odié y nunca pude regresar (no aún), porque encima era donde más permaneceríamos... 4 noches. Sí, cuatro noches durmiendo en el catrecito como si estuviera en un rancho en medio de la Pampa!!!!! Y ojo que el hotel era lo más chic que puedan imaginar...
Como si fuera poco, mi tío roncaba como un concierto de motosierras, así que sólo conciliaba el sueño gracias al cansancio que tenía.
Cuando visitábamos los palacios, mis compañeros de viaje -entre risas-, al llegar a los aposentos reales, me gritaban: "Ahí tenés una cama... tirate!!" 
Tal era mi bronca que el día que el grupo fue a conocer el Arco de Triunfo me quedé durmiendo la siesta!! Y me negué rotundamente a ir al Lido (donde gracias a mi contextura física podría pasar como mayor de edad -al igual que lo hice en el Casino de Montecarlo-) aduciendo que no tenía interés.
Y si odié París, Lourdes me tenía reservada una sorpresita algo peor. Esta vez mi cama era un cajón. A ver cómo me explico... como si sacaran un cajón de una gran cómoda, le pusieran dentro un colchón finito y sábanas y allí tuvieras que dormir.
Era realmente como estar en un cajón mortuorio, con los brazos ajustados cruzados en el pecho, cual fiambre esperando su sepultura.
Allí me rebelé y exclamé: ¡¡Ah noooo... Acá no duermo!!
Mis tíos, con resignación, apagaron la luz sin responder a mis rezongos y ahí quedé en la oscuridad, sentadita en el cajón con la trompa hasta el piso... y evidentemente me debe haber vencido el sueño porque al día siguiente desperté acostadita, con los brazos incrustados en esa madera que olía a vejestorio y con dolor en todas las articulaciones.
Fue en un hotel recién inaugurado de Amsterdam que mi sueño se hizo realidad y el coordinador muy apenado nos informó que no había habitaciones triples, por lo que se me asignaría una single... para mí solita!!!!!!
Mi tía miró con cara de preocupación y repetía "la nena sola no..." Por un momento temí que le dieran la single a mi tío y terminara en una cama doble con ella, pero no!!!... Tuve mi propia habitación!!!!!!!! Y fue simplemente glorioso!!
Creo que si entonces hubiera entendido cuánto amaba la independencia y la importancia que tenía para mí, me hubiera ahorrado unas cuantas decepciones amorosas y unos cuantos proyectos alocados en mi vida. Pero para eso está la madurez, e hicieron falta varios años para proclamar mi liberación y decidir que era tiempo de vivir como yo quería.
Hoy viajo sola, y es la mejor forma de planificar, recorrer, conocer y hacer nuevos amigos, sin presiones ni limitaciones de afuera (excepto el laburo... y el bolsillo!!!)

jueves, 4 de junio de 2015

El peor viaje de mi vida!!



Anduve tanto y visité tantos destinos fantásticos, que si hoy me preguntaran cuál fue el mejor viaje de mi vida no podría responder. Eso sí, podría afirmar sin titubear, cuál fue mi peor viaje: el Caribe venezolano!!!
Corría el año 1997 y con una amiga planeamos conocer el Caribe. 
¿Quién no sueña con ese destino de verdes palmeras, arenas blancas y aguas tibias cristalinas?
Cuando comencé a hacer averiguaciones, se agregó a la comitiva mi sobrina, entonces menor de edad, aprovechando el poder que los padres me habían otorgado un par de años antes para sacarla del país.
Costa Rica, Punta Cana (tan de moda en esa época) y Cartagena de Indias estuvieron entre los destinos en danza, pero ¿qué elegimos?... la isla Mierdarita!!! Perdón, la isla Margarita, en Venezuela.
No sé qué se nos pudo cruzar en la cabeza para hacer semejante elección. No fue el costo porque a lo sumo la diferencia entre un lugar y el otro eran 100 dólares (cuando teníamos el dichoso 1 a 1)
Pero ahí partimos las tres ingenuas, preparadas para hartarnos de ver tanta palmera y playa paradisíaca.
Unos vouchers que llegaron a último momento (horas antes de nuestra partida) y una demora de casi 7 horas en Ezeiza a causa de desperfectos técnicos en el avión sólo fueron el prólogo de todo lo que nos esperaba en esa isla endemoniada en la que bien pudieron inspirarse para escribir la serie "Lost".
Después de chotocientas horas de un viaje de terror (los vuelos charter son una verdadera maldición!!) arribamos a nuestro destino.
Lejos de ser la isla de la fantasía, apenas se pudieron ver entre las nubes las primeras imágenes de nuestro destino, sólo una pregunta me invadió: ¿adónde se fueron las palmeras???
La isla era un gran desierto, arena y más arena. Tratando de conservar el optimismo, me pregunté si acaso el aeropuerto estaba al otro lado, del lado seco y árido, pero todo se veía igual.
El aeropuerto era casi tan grande como mi casa y allí nos esperaban un par de personas para subirnos a la traffic y comenzar el recorrido del “tren fantasma”.
Apenas estuvimos a bordo de la incómoda leonera, una guía empezó con las recomendaciones: que la isla era peligrosa, no había que alejarse de los complejos hoteleros (¿acaso los nativos eran caníbales?), recomendaban no visitar la feria en la capital, no tomar agua porque no era potable, no meterse demasiado en el mar porque era bravo, tener cuidado con el sol, etc. etc. etc.
¿¿¿Cómo caímos acá???, me pregunté, ¿En qué momento de inconsciencia habíamos descartado República Dominicana o Costa Rica?
Llegar al hotel fue la primera buena noticia que habíamos tenido en las últimas 24?... ¿36?... ¿48? horas. Al menos se veía firme, cómodo y limpio.
Llegamos a la habitación con el último aliento. No puedo describir el calor que hacía. A juzgar por la temperatura que hacía, el aire acondicionado no debía funcionar bien. 
Sólo queríamos bañarnos para sacarnos toda esa cracha y olor a viajero que traíamos hace tanto tiempo. Pero las valijas no habían llegado con nosotras a la habitación…
Esperamos un tiempito prudencial hasta que levanté el teléfono y las reclamé a conserjería. Nos aseguraron que en unos minutos estarían, pero los minutos pasaban y no aparecían. 
Enojada, opté por ir personalmente a reclamarlas y mis compañeras de viaje me siguieron cual dos secuaces. Allí estaban, en medio del amplio lobby, sólo tres valijas: ¡las nuestras!
Cuando pregunté por la demora, muy frescos me respondieron que era la hora del almuerzo, así que todos los empleados estaban… comiendo!!!!!!!
No podía creerlo. Quisimos cargar nosotras las valijas pero “nooooooo, eso no es para señoritas!!” Cómo será la cara que les hice al tiempo que no soltaba la manija, que ahí dejaron de comer y supongo que pensaron “mejor que las llevemos o ésta nos emboca!!” (traducido al venezolano, ¿no?)
Más tarde, más frescas y descansadas, salimos a explorar. El complejo era muy lindo. Se habían esforzado (tal vez fuera tarea de varias generaciones) en forestar, así que al menos allí teníamos algo verde para ver. Caminamos hacia la playa un senderito interminable hasta llegar al mar. 
Al llegar a la orilla no puedo narrar semejante decepción.
Mar del Plata era Jamaica al lado del panorama que se nos presentó. Viento patagónico, olas para practicar surf y unas aguas y arenas dignas de las playas de Coronda!!!
¿Nunca les ocurrió eso de querer negar la realidad hasta el último momento? Pues yo estaba en ese estado. “Tiene que haber otra playa”, afirmé muy canchera. Y caminé, caminé, caminé, pero más me alejaba del hotel y peor era la calidad de la arena y las aguas, por no hablar de lo inhóspito del paisaje.
En los días siguientes tratamos de llenar las horas con actividades, desde las propias del hotel (esas ezquizofrénicas como gimnasia, juegos, shows) hasta excursiones. Lo hicimos todo por huir de esa playa. Aunque teníamos tela para no aburrirnos… como la alergia al bronceador que dejó los ojos de mi amiga rojos e hinchados, o la intoxicación que pesqué en los últimos días y me hizo perder una excursión ya pagada.
Lo mejor que vimos en esos días fue Los roques, un archipiélago coralino donde hicimos snorkel con mi sobrina. Eso era lo que esperábamos encontrar en aquel horroroso lugar!!
Claro que el viaje no fue sencillo. Fuimos en una avioneta destartalada que dudé hasta el último momento que fuera a levantar vuelo (la inconsciencia de la juventud, como dicen) Creí que íbamos a tener que sacar los pies al estilo Picapiedras para darle envión!
Flechadas como camarones, descompuestas por el agua y la comida y agotadas, nos cruzamos con un par de cordobesas en la playa del hotel que nos dieron una aliciente: “Al menos ustedes se van en una semana… y nosotras, que vinimos por 15 días???”, decían con resignación.
Otra de las excursiones interesantes fue por el río, en la zona de los manglares (esos árboles medio selváticos que tienen sus raíces fuera del agua) Mientras viajábamos en esas lanchitas diminutas, masticadas por los mosquitos, los lancheros nos decían como gracia que solían descomponerse los motores y quedarse allí hasta que otro fuera por nosotros. Yo sólo pensaba que tocar con un solo dedo del pie esa agua turbia y moría en el instante!! ¿Todo tenía que ser tan “aventurero”? No soy una persona aventurera, quiero comodidades, suelo firme y atención de reina. Si no, me quedo en mi casa… sólo que entonces estaba tan lejos!!!
El último día (glorioso por ser el último!) averigüé por teléfono quién nos pasaría a buscar porque la única noticia local que se escuchaba en televisión es que había paro del personal de aeropuertos. Me respondieron que una combi pasaría por nosotras en la mañana.
Por supuesto que, terminada la estadía, nos cortaron la pulserita que nos habilitaba a tener pensión completa en el complejo y nos echaron de las habitaciones.
Un rato aquí y allá, quedamos aguardando que nos fueran a buscar. Después del mediodía ya comenzaba a picar el bagre y nadie aparecía. Parecíamos “Anita la huerfanita”, abandonadas a nuestra suerte por tres, sentadas al lado de las valijas preguntando a cada chofer que arribaba si nos buscaba a nosotras. Ninguno era el nuestro.
Al fin, a la tardecita, apareció un gordito que se apiadó de nosotros y nos cargó!! Pensamos que no llegaríamos a tiempo a tomar el vuelo pero nos equivocamos. El tipo agarró esas curvas con precipicio a "velocidad montaña rusa", hasta arribar con vida después de rezar el rosario completo!!!!
El aeropuerto era un caos. Si había capacidad para 100 personas, allí había unas 1500. Nadie sabía si saldrían los vuelos, a qué hora, qué haríamos si no salían, nada. En el teléfono de la agencia nadie respondía.
A esta altura el eco que había en nuestros estómagos vacíos era para el Guiness. No habíamos comido bocado desde el desayuno y ya estaba anocheciendo. No manejaban dinero en el hotel así que no habíamos podido almorzar allí. Tampoco había ningún kiosco o restaurant a mano, por lo que habíamos llegado en ese estado al aeropuerto.
Decidida dije “voy a comprar unos sandwiches” pero desistí al instante. Cientos de turistas hambrientos hacían cola frente al restaurantito del aeropuerto. Nunca nos tocaría el turno.
A las 10 y pico de la noche anunciaron nuestra partida. Respiramos aliviadas al poner los tres tristes culos cansados en los asientos del avión. Éramos tres despojos de seres humanos y nuestros estómagos, una verdadera sinfonía. Ni siquiera sabíamos si nuestros equipajes estaban viajando en el mismo avión o no, pero al menos estábamos en camino.
Despegamos al fin y fue la primera vez que ansié tanto dar por finalizadas mis vacaciones. Cerca de medianoche trajeron la cena y ahí nuestra felicidad fue completa.
Terminamos la travesía prendidas a la bandejita del avión, cual tres famélicas recién salidas de un campo de concentración.
Me dije "Caribe... ¡¡¡nunca más!!!"... pero años más tarde sería reincidente.

jueves, 28 de mayo de 2015

¿Y dónde está el piloto?


Cuando uno está de viaje, especialmente en un tour organizado, el cansancio nos suele jugar malas pasadas.
En efecto, los primeros días se tienen todas las luces y las ganas, pero a medida que se va avanzando en el desarrollo del tour, ya no sabemos dónde nos despertamos, nos llevamos por delante los muebles de la habitación porque cambiamos cada noche de hotel y cuando suena el teléfono despertador ni siquiera sabemos si está a la izquierda o a la derecha de la cama para azotarlo de un zapatillazo!!
Lo cierto es que, como he dicho, la vida del turista es sacrificada. Vaya si lo es!! Régimen militar con gusto: 
* Llamada: 6 hs.
* Maletas afuera: 6:30 hs.
* Desayuno: 7 hs.
* Partida: 7:30 hs.
Eso para luego subir a un autobús durante horas hasta llegar al nuevo destino!!
Cuando visité la bellísima Praga por segunda vez, lo hice tras un intenso tour de 9 días por Rusia, con diferencia horaria y vuelos intermedios, que hicieron que llegara a la ciudad de las agujas con un agotamiento extremo; no obstante lo cual, aproveché al máximo mis dos días para recorrer y conocer todo cuanto pudiera.
Pero evidentemente el cansancio no es zonzo y se resintió hasta mi inteligencia.
El hotel era espectacular, uno de los mejores en los que he estado.
Como de costumbre, al llegar y apenas abiertas mis desordenadas valijas, busqué la caja de seguridad para guardar mi pasaporte, los pasajes y los pocos valores que me quedaban -AFIP mediante- luego de mi paso por Rusia.
Siempre leo atentamente las instrucciones y pruebo cerrar y abrir la caja sin haber introducido previamente nada adentro; y esta vez no fue la excepción. Leí cuidadosamente cada paso, mas mi pobre cabeza atribulada no lograba entender cómo llegar al momento de ingresar la clave numérica. Y así, en un segundo de estupidez, cerré la caja y no la pude volver a abrir ya que quedó con el código ingresado por el anterior huésped.
Reventé de bronca por mi estupidez y de vergüenza porque no sabía cómo plantear esta situación. No lo haría telefónicamente, por supuesto, porque a mi pobre inglés siempre lo puede ayudar alguna que otra seña.
Así que enfrenté con valentía a la conserje y le expliqué la mentirita que había inventado: "Cuando llegué a la habitación, la caja estaba cerrada!!! Y desconozco la clave para abrirla".
Con diligencia la simpática checa me dijo que enviaría a alguien y en menos de cinco minutos el "técnico" caía a la habitación. 
Por supuesto que le di la misma explicación y el viejo me miró con total descreimiento y con una sonrisita socarrona me enseñó los pasos para poder ingresar mi propia clave... claro!!... la puta llavecita negra que mencionaba las instrucciones estaba colgada del interior de la puertita!!
Hice cara de "ya lo sabía" y agradecí al buen señor sacarme del apuro.
Al día siguiente, volví al hotel arrastrando las patas tras una caminata agotadora. Al llegar a mi piso encontré todo semidesmantelado y  varios cables colgando del techo. Evidentemente habían sufrido algún inconveniente eléctrico. 
En medio de tal caos, me costó encontrar mi habitación, mas cuando la hallé (tras sortear biombos, cables y herramientas desparramadas por el piso), al intentar abrirla con mi tarjeta, sólo se activaba una luz roja.
Casi lloro de impotencia!!! Estaba tan cansada que  creí que ni siquiera iba a poder llegar hasta el ascensor!!!
Nuevamente, con mi inglés básico, expliqué a la misma conserje la situación (ella ya me miraba con cara de "otra vez la vieja problemática") Aparentemente no había sido mi problema, sino que a causa del temita eléctrico los códigos se habían desprogramado. La dulce chequita reprogramó la tarjeta y me la devolvió con gentileza (y supongo que deseando secretamente que no volviera a aparecer!!)
Regresé a la habitación, pasé el biombo, salté los cables y cuando pruebo nuevamente... nada!!!
Pasé mil veces la tarjeta, sacudí el picaporte y ya tenía el pie listo para propinarle flor de patada a la puerta cuando me detuve en el número... ¡estaba frente a otra habitación!
Resignada busqué la mía y me encerré para no hacer más papelones.
Pero éste no sería el último... aún restaba un desayuno!!!!!! (y aquí vino lo peor...)
El desayuno era en el primer piso, un enorme salón vidriado con un balcón soleado desde donde se tenían las mejores vistas de Praga.
Tomé un plato, me serví algo de comida, busqué una mesa y deposité en ella mi plato y el frasco de mis vitaminas, para reservar lugar, mientras iba por mi café y el jugo de naranja.
Mas cuando regresé... la mesa vacía!!!
Eran tan diligentes los checos que tal vez habían pensado que lo del plato eran sobras y lo habían retirado de la mesa.
Cabeceé desorientada con cara del coyote de los dibujitos del correcaminos pidiendo ayuda.
No me importaba volver a servirme el desayuno, pero sí recuperar mis pastillas.
Entonces llamé a un camarero y con mi mejor cara de damisela en apuros le expliqué la situación. Él, muy gentil, ofreció ir a la cocina a buscar el frasquito.
Esperé de pie hasta que apareció nuevamente diciendo que en la cocina no había nada.
Ahí me broté. En una fracción de segundo pasó todo por mi cabeza: cómo conseguir esas mismas vitaminas en Europa a mitad de mi viaje, cómo pedirlas, si llamar a la asistencia médica, si preguntar en el hotel...
El camarero se retiró y decidí preguntar a una chica esta vez y a otra y otra. No dejé a nadie por consultar. Estaba en una especie de ataque psicótico al grito de "¿Dónde están mis pastillas?"
Todos me miraban azorados, hasta que un muchachito tímidamente se acercó a mí y señalando una mesa me preguntó en inglés: "¿No es aquélla su mesa, señora?" Y ahí estaban: mi plato intacto y el frasco de vitaminas que hasta parecía reírse de mí.
Había encarado mal y apuntado a la mesa equivocada!!!!!!
Muerta de vergüenza y ante la mirada de todos, pedí disculpas hasta en checo!!
Gracias al cielo era mi último día allí. No creo que hubiera podido sobrevivir a tanta vergüenza papelonera un solo día más.

jueves, 21 de mayo de 2015

Aviones... casi una experiencia religiosa!!



Pocas experiencias me conectan con la insignificancia del ser humano como los viajes en avión.
No por el hecho de ser un puntito en las alturas, sino por el escasísimo lugar que estas empresas (todas) dedican a nuestra especie (despojos de seres humanos tras un vuelo de varias horas)
Asientitos diminutos con sus mesitas diminutas y sus cubiertitos plásticos de juguete, mirando pantallitas diminutas con diminutos auriculares que generalmente no funcionan.
Hasta el más pequeño de los mortales allí sentado me recuerda la triste imagen circense de un enorme elefante apoyando sus cuatro patotas sobre un pequeño banquito, con toda su inmensidad desbordando por los costados.
Después de años de tener que comprar "extra seat" o meterme en clase turista con calzador, por no tener medios suficientes para viajar entre los VIP’s, descubrí los asientos “extra leg’s”, “extra room”, o como miércoles quieran llamarlos las mafiosas empresas de aviación.
Son los mismos asientos pedorros de clase turista, pero con la licencia de poder estirar las piernas sin sentir que el pasajero de adelante te está moliendo las rodillas al reclinar su respaldo.
Lindo ¿no? Claro que no todo  es tan perfecto. Al no tener lugar adelante para instalar pantallita ni mesita plegable, de algún lado tienen que salir!! Y salen de los apoyabrazos.
De ese modo te encontrás con un cubículo más chico que los asientos turista, completamente cerrado, como si fuera una latita de sardinas, donde hay que respirar hondo y entrar de un solo intento y derecho, porque si te ladeaste perdiste y tu nervio ciático se resentirá el resto del viaje.
Entonces mientras todos bajan la mesita del asiento de adelante, vos la tenés que sacar de adentro del apoyabrazos, voleando tus propios brazos como bailarina árabe para evitar abollar de un codazo la nariz de tu compañero de asiento.
Vale lo mismo para la pantallita de video. Sale del mismo apoyabrazos, pero desde abajo, lo que te obliga a contorsionarte hasta poder destrabar el aparato.
Pero ahora la tecnología agregó algo más: un control semi-remoto (porque tiene cable) con el cual manejás la dichosa pantallita, a la vez que sirve de teléfono si pasás tu tarjeta de crédito por la ranurita. El control multifunción suele estar también en el asiento de adelante. Entonces ¿adónde está en los asientos "extra legs"?? Pues adentro del asiento!!
Sí, una vez que lograste meterte en el cubículo y que encallaste con toda tu humanidad en ese instrumento de tortura a presión, tenés que sacar este aparatito CON CABLE del costado de tu anca derecha… y no, ahí ya no hay magia y tenés que ponerte de pie!!
Así se te desarma la mesa, se te cae la pantalla (sin contar además el resto de boludeces con las que te cargan apenas llegás: almohada, frazadita, auriculares, etc.) y cuando al fin enganchaste el puto control, todo comienza de nuevo.
La tortura continúa al querer dormir, ya que el respaldo del asiento tiene la mágica inclinación de 90 grados a 92,5!!! Hasta me causa gracia cuando en el despegue y aterrizaje piden enderezar el respaldo… si durante todo el viaje estás derecha!!!!!
Tema aparte y no menos importante son los baños, esos subcubículos en la lata de sardinas en los cuales si sos mujer apenas si podés agacharte para tratar de embocar el agujero del inodoro… siempre que no te toque turbulencia!!
Muchas parejas consideran excitante tener sexo en esos baños. Por más pequeños que sean los especímenes en cuestión, siempre al entrar a uno de estos toilettes para liliputienses, no puedo evitar pensar en la postura… ¿cómo pueden entrar ahí y colocar en su lugar lo que se tiene que colocar?... ni el Kamasutra pudo imaginar semejante acrobacia!!
Además, siempre me pregunté con qué cara de pocker se salía del baño después de concretar la hazaña.
En mi último viaje viví una experiencia en la que casi tengo que ensayar esa cara de “perro que pateó la olla” al salir del toilette.
Después de unas diez largas horas de viaje decidí ir al baño munida de cepillo de dientes y desodorante a bolilla (de los pocos que cosméticos que permiten por razones “de seguridad”. Como si pudiera cometer un atentado con un Dove o apuñalar a alguien con un lápiz labial!!!)
Terminé el pipí, me lavé las manos y los dientes con una perfecta coordinación. Casi me sentía orgullosa de mí misma!! Y entonces destapé el desodorante a bolilla y lo agité para que la cremita llegara a la bolita (del desodorante, se entiende, ¿no?) y entonces ocurrió algo impensado. La bolilla boló por los aires y el contenido entero del desodorante se derramó en mi remera y pantalones.
¿Alguna vez pudieron ver la consistencia de este producto?
De repente era como si hubiera eyaculado sobre mí un enorme mamut y tenía colgajos de ese líquido viscoso por todo el cuerpo.
¿Cómo podría salir así con la frente en alto y cruzar medio avión para volver a mi asiento?
Comencé a arrancar toallas de papel y limpiar mi ropa frenéticamente cuando vi el espejo y el piso… allí el espectáculo era peor!!!
Muy decidida limpié el espejo y me agaché a limpiar el asqueroso suelo del toilette y ahí… quedé trabada!! No podía retroceder, levantarme ni avanzar.
Con las manos llenas de toallas sucias y un ataque de risa que no podía contener, hice contorsiones hasta que logré zafar de tan embarazosa situación y pude salir del dichoso toilette como pasajera seria y responsable.
Y así regresé a mi asiento aprisionador de ancas, no sin antes levantar la almohadita, la frazadita, levantar las dos partes del cinturón de seguridad, sacar el control remoto, bajar la pantallita y empujar con el pie mi pobre cartera debajo del asiento, para al fin depositar mi abollado trasero en el asiento.

¡Sí que es dura la vida del turista!

sábado, 16 de mayo de 2015

Los personajes de los tours


Confieso que he viajado. Mucho.
Lo he hecho por mi cuenta y en salidas grupales.
Y después de tanto camino recorrido, he llegado a la conclusión que vayas donde vayas y contrates a través del operador que sea, hay ciertas constantes que se mantienen y repiten en todos y cada uno de mis viajes.
Las expectativas son distintas, el equipaje también, pero si hay algo común a todos los tours son los personajes que encontraremos.
En efecto, al poner el primer pie en la escalinata del autobús ya podemos reconocer:
1) EL/LA FASTIDIOSO/A: se queja por todo y nada lo satisface. Si salimos temprano porque no pudo dormir; si es más tarde porque no tendremos tiempo suficiente; si hicimos 10 cosas porque quería hacer 11; que si no comió a tiempo; que la habitación; que el clima... todo es motivo para su disgusto.
2) EL GRACIOSO: utilizo el género masculino porque en el 99,99% de los casos es hombre. Es el bufón del grupo y muchas veces se torna (digamos) pesadito. 
Si va en pareja, su mujer es quien -entre sonrisitas por compromiso- suele pellizcarlo por debajo de la mesa para que cierre la boca.
Quiere caer bien a todo el mundo y en su afán de conquistar al resto satura y empalaga.
3) LA DAMISELA EN APUROS: generalmente viaja sola y le pasan todas. Siempre tiene algún inconveniente que resolver y vive apelando a la generosidad de quienes la rodean. Que se perdió su valija; que su equipaje es muy pesado; que quiere otro asiento... hasta asuntos más graves como olvidar pertenencias en el último hotel, ser víctima de un arrebato (aún habiendo sido advertida) o  perder su pasaporte!!
4) LA GATA: por momentos hasta puede confundirse con la damisela en apuros, pero su objetivo claramente es otro.
Se pintan como una puerta a las 6 de la mañana, con peinado de peluquero profesional y, en tanto cualquier mortal común usa el vaquero o jogging más estirado y las zapatillas más cómodas para andar largo rato, ella calza taquitos y usa medias de red.
Si hay (por uno de esos casuales) un hombre solo, aunque sea el clon de Frankenstein, lo perseguirán por todas partes; flirtearán con el guía y hasta perseguirán al chofer, además de histeriquear con cuanto tipo se le cruce, sin siquiera importar que estén acompañados en el viaje por sus señoras esposas!!
5) LA PAREJA MAYOR: generalmente son más macanudos que todos los jóvenes juntos. 
Son piolas y están más allá del bien y del mal. Ante las eventualidades responden con una sonrisa y encaran con buena cara cada sacrificado e intensivo día del tour.
6) EL/LA NERD: leyó absolutamente todo acerca de cada lugar y ante cada plaza, estatua o iglesia, descarga su pesada catarata de sabiduría estudiada de memoria. Sabe de números, estadísticas y datos que a nadie interesa. Y si está embalado/a incluso puede llegar a contradecir y discutir datos con el guía!!
7) LA CHUSMA: al segundo día del tour sabe absolutamente todo de sus compañeros de viaje: nombres, procedencia, estado civil, ocupación y por qué cada uno decidió hacer el viaje. Por no referir a detalles escabrosos de la vida de cada uno. Es inútil ocultarlo. Ella lo averiguará!!
8) EL/LA TECNOLÓGICO/A: viaja con cámara digital, tablet, ipod, celular de última generación y sabe todo, absolutamente todo, sobre conexiones, formatos de imagen y video, sitios web, software y hardware.
No le pregunten nada más. Generalmente su cerebro lógico sólo tiene lugar para ese tipo de información.
9) EL/LA HISTÉRICO/A: hizo el viaje para tomar un descanso, pero no logra relajarse en todo el recorrido. Vive prendido/a al teléfono o enviando emails al trabajo o a su casa, preocupándose por cómo el mundo pudo continuar sin su imprescindible presencia. Es un personaje de cuidado, porque su histeria suele ser contagiosa!!
10) EL/LA IMPUNTUAL: es el cáncer de todo tour!! Nunca llega a tiempo y cuando al contar los presentes falta uno, seguramente es él/ella. Aunque el guía se esfuerce en cronometrar relojes, siempre el de él/ella atrasa y, como además carece del sentido de la orientación, frecuentemente se pierde y en ocasiones requiere denodados esfuerzos del coordinador por encontrarlo y no asesinarlo en el intento.
11) LA ADOLESCENTE RENEGADA: generalmente es mujer porque los varones directamente se niegan a viajar con los padres, en tanto ellas lo hacen bajo presión, o chantaje mediante. 
Se levanta y acuesta caracúlica y bufa frente a cada propuesta de sus padres. Vive conectada a un par de auriculares aislándose del mundo y duerme en lugar de ver los mejores paisajes. Cuando abre la boca sólo es para decir "¡qué aburrido!"
12) LAS ANOTADORAS: siempre son mujeres. Están permanentemente en estado de alerta y toman nota de cada palabra que pronuncia  el guía, así sea un "buenos días".
Cargan manojos de papel plagados de notas que nunca volverán a leer o que ni siquiera entenderán por tratarse de jeroglíficos garabateados mientras caminaban o en medio del bamboleo de un bus.
13) LAS ALEGRES: siempre e indefectiblemente son mujeres! Viajan de a dos o tres y se potencian. Actúan como si permanentemente tuvieran dos o tres cuartos del tanque alcohólico lleno y estuvieran en viaje de egresadas. Cantan, bailan y hacen el trencito por el pasillo del autobús, en medio de las miradas atónitas de los compañeros de viaje, que sonríen falsamente por no resultar descorteses. 
En ocasiones (y por razones de edad) resultan patéticas.
14) EL/LA DISTRAÍDO/A: este personaje nunca presta atención a nada. Puede desde confundir horarios hasta subirse a otro autobús!!
No escucha ninguna información y suele estar sacando fotos o mirando las mariposas mientras el pobre guía se deshace en explicaciones. 
Como no tiene noción clara acerca del tiempo y del espacio, puede andar a los gritos en lugares en los que debía guardar silencio o preguntar -haciéndose el interesado- lo que el coordinador acaba de decir.  
Actúa como si no hubiera nadie más a su alrededor.
15) Finalmente, LOS MATRIMONIOS: merecen un capítulo aparte porque los viajes en pareja, a lo largo de los días se convierten en verdaderas "lunas de hiel". 
En el día 1 salen de la mano, se toman fotos juntos, sonríen románticos mirando un atardecer.
Para el día 5/6 ya no se tocan, se molestan a codazos en los asientos del autobús, se ladran mutuamente por lo que come, lo que gasta y lo que hace el otro; y al tomarse fotos reflejan el fastidio que los aqueja al tener que soportarse 24 horas seguidas juntos, durante toda la extensión del tour!!

¿Pueden reconocer a alguno de estos personajes?
Creo que más allá de que hay especímenes de éstos en estado puro, todos los que viajamos tenemos una partecita de cada uno de ellos.

Y vos ¿cuál sos?