jueves, 21 de abril de 2016

Un corso a contramano



El día que partíamos hacia Córcega fue como si todo hubiera sido organizado para el desastre!!
Para empezar, teníamos prevista la salida a las 6 de la mañana, para tomar el primer barco. La noche anterior nos enteramos que habían cambiado el horario del ferry y no tendríamos que levantarnos tan temprano (qué alegría!!), pero pronto se nos pasó la euforia, cuando descubrimos que el barquito saldría después del mediodía, por lo que todo nuestro itinerario se modificaría y al llegar a Córcega tendríamos que dormir en Bastía en lugar de Ajaccio, lo que era doblemente malo. En primer lugar porque llegaríamos de tardecita/noche a Bastía, para recorrerla con furia y tomar fotos a media luz. Y en segundo lugar, porque Ajaccio pasaría al día siguiente, en el que tendríamos que recorrer a los apurones todo en un mismo día.
Le puse onda (juro que le puse onda) y allá partimos.
Lo bueno fue conocer un poco la ciudad de Livorno, que como sólo iba a ser un puerto de partida era de pasada y ahora estaríamos allí horas esperando el horario del ferry.
14:15 recién partió el barco.
No me gustan las travesías acuáticas; por eso nunca hago viajes con cruceros. Y ésta sería asquerosamente larga. Casi 5 horas de nada!! en un barco en el que sólo nos podíamos sentar afuera (atados, porque el viento te volaba) o en los bares, obligada a consumir.
Nunca había visto un barco que no tuviera asientos.
Después de comer, tomar y volver a comer para justificar poder depositar mi  maltratado trasero en una silla, encontré unos sillones en un lugar apartado del bar, en el que la gente se instalaba. Me desparramé como cachalote y me dormí. Sí, yo que no suelo dormir ni en los buses por miedo a roncar, lo hice ahí, en ese rinconcito del barco, que encima empezaba a agitarse al ritmo del oleaje de mar abierto (gracias, Dramamine que no me descompuse!!)
Creo que ronqué también, pero todos eran franceses o alemanes, así que poco me interesó que me vieran.
Qué aburrimiento!!!!
Finalmente llegamos. Bastía se presentaba como una ciudad maravillosa para recorrer, pero dado que llegamos a las  7 de la tarde, sólo contaríamos con hora y media para pasear.
Nos dieron una data de los lugares TOP y allá partí rengueando (ya que mi pie agonizaba a esa altura del día)
Recorrí la zona del siglo XIX y el puerto viejo, mirando y tomando fotos al mejor estilo japonés, tratando de retener la poca luz de sol que quedaba.
Cuando tocó el turno a un barrio llamado Terra Nova, se me quemaron los papeles. Sucede que no teníamos mapas porque la Dirección de Turismo ya 
había cerrado (sin palabras) y había que llegar preguntando.
Si los italianos son jodidos para dar indicaciones, los franceses ganan todos los premios!!!
Pregunté a cuatro personas; tres no sabían que existía Terra Nova y dos me mandaron a cualquier lado!! Cuando acordé, había perdido tiempo girando en círculo en esas callecitas intrincadas y ya no podría llegar hasta allá arriba de la muralla y regresar a tiempo al colectivo.
Con bronca seguí caminando y recorriendo lo que pude hasta que la falta de luz me impidió ver siquiera dónde caminaba.
Cansados, con frío y ganas de llegar, nos subieron al bus para partir hacia nuestro hotel.
Durante el viaje nos dieron todas las malas noticias. Como no teníamos previsto (verso, porque hasta el itinerario contemplaba la posibilidad de que los ferries cambiaran de horario y hubiera que modificar el recorrido), contrataron un hotel muy alejado (qué casualidad!!, tan típico de Europamundo), cerca del aeropuerto. 
Apenas llegáramos no habría tiempo para bañarse ni subir a las habitaciones, ni orinar, porque los franceses nos esperaban desde hacía dos horas para cenar.
Así que bajamos del bus y nos encaminamos hacia el restaurante donde nos ofrecerían cena gratis por "gentileza" de Europamundo. ¿Qué gentileza? si el hotel estaba tan alejado que no habría posibilidad de encontrar un restaurante abierto!!
Ahí pensé con horror: si hay pescado me muero!!
No me gusta el pescado y como acá es barato lo sirven hasta con el desayuno.
Pues mis temores se hicieron realidad: pescado con un puchito de arroz.
Como pude dije al mozo (que destilaba antipatía!! -raza que he dado en llamar "la merde de France") que era alérgica al pescado (único modo de que me comprendieran y no me echaran flit) y que aunque sea me dieran sólo el arroz (blanco, aclaro)
Después de unos 15 minutos y cuando mis compañeros de mesa terminaban de cenar, apareció mi plato: unas rodajitas de carne (cortadas con láser) con arroz.
Comí con apetito voraz y paso seguido todos esperábamos el segundo plato. Entonces los franceses alegremente aparecieron con unas compoteritas de ensalada de frutas!!!! y nos mandaron a la cama.
Pero ahí no acababan nuestras penurias.
Se nos informó que nuestras habitaciones no estaban en ese edificio del restaurante, sino que teníamos que caminar unos 100 metros  hasta el anexo del hotel. Los 100 metros resultaron unos 300 en subida, en la oscuridad, con un frío que te calaba los huesos y al llegar otra noticia: como no había cargadores, tendríamos que subir nuestras valijas por el único ascensor.
Internet había, pero sólo en recepción y algo de señal en el primer piso... a mí me tocó el segundo!! por supuesto!!!!
Ah, última recomendación: como el hotel recién abría por temporada, que dejáramos salir un rato el agua caliente antes de bañarnos porque podía salir sucia. Bingo!!
Esperé un buen rato el ascensor que encima era para 4 personas, así que con dos valijas cada uno entraban sólo de a dos, hasta que decidí acarrear mis maletas los dos pisos.
Laaaaargos pisos... llegué con la lengua afuera pidiendo un tubo de oxígeno y pensando en todo lo que tenía que hacer antes de bañarme: poner a cargar la batería de la cámara, bajar las fotos, luego cargar la computadora, el celular, etc.
Cuando intento enchufar, advierto que mi adaptador recientemente adquirido en Roma no servía para enchufes franceses!!!!!!!!!
Ahí exploté. Y cuando digo exploté, es literal.
Bajé nuevamente los dos pisos a pata y fui a la recepción.
Había un franchute muy cortés (pensándolo bien, entonces no debe haber sido franchute) pero no entendía una palabra de lo que le decía. No hablaba inglés, ni español, ni italiano, ni lenguaje de señas.
Como si yo fuera una idiota, me ponía el enchufe de mi cargador en el de la pared, haciéndome ver que no entraba.
Eso ya lo sabía!!!!!!!! Sólo quería que me facilitara un adaptador.
En un momento desapareció y pensé que encontraría la solución.
Recordé la misma situación en Holanda y cómo me facilitaron un cable alternativo para no quedar sin usar el cargador, pero acá era como si hablara en chino mandarín.
Volvió para repetir en francés algo que no comprendí.
Y ahí apareció un salvador de mi grupo, que hablaba francés!!! Claro que mi felicidad se apagó cuando noté que era un brasileño. Entre ellos dos se entendían fenómeno, pero después el problema de comunicación lo teníamos entre nosotros.
Resignada y furiosa volví a subir los dos pisos a pie y me fui a bañar a ver si se me pasaba la bronca. Por suerte el agua salía limpia.
La habitación era rara porque era enorme pero todos los muebles estaban amontonados en un rincón, dejando un montón de espacio muerto e inútil a un lado.
La cama era algo antigua y tenía unas guampas a los costados. Como estaba casi pegada a la pared no les puedo enumerar las veces que me incrusté las mencionadas guampas en mis pobres piernas abolladas, sumando hematomas a la colección que tengo de las rodillas para abajo.
La almohada redonda, como un chorizo. He visto cuadradas, rectangulares, pero jamás redondas!!
Tomé un clonazepam, acomodé la almohada chorizo y me dispuse a dormir.
Entonces zzzzzzzz... mosquitos!!!!!!!!!!!!!!
Encendí la luz con furia asesina tratando de estampar contra la pared a estos inmundos bichos indeseables, mas no tuve suerte.
Y entonces me tapé la cabeza y a pesar de la bronca, del enchufe, de los mosquitos y de la almohada salchicha, el cansancio  finalmente me venció.

miércoles, 13 de abril de 2016

Una cena con estilo en Taormina



El de hoy ya pintaba ser un día agotador. Día de viaje. De ésos que recorrés cientos de kilómetros y para hacerte creer que no perdiste el día al divino botón, inventan un par de lugares para parar y hacerte estirar un poco las piernas y tirar una decena de fotos.
Pues bien, lo acepto como parte de las reglas del juego.
Después de 11 horas sobre el bus, trayecto por agua incluido, al fin pisamos territorio siciliano y llegamos a la soñada Taormina.
De más está decir que el paisaje era deslumbrante, después de ver la belleza del mar Tirreno ahora nos maravillaba el Mar Jónico, que al menos así era en mis tiempos de secundaria. Ahora parece -según dichos de nuestra guía- que la Real Academia está intentando borrar la J de nuestro diccionario, así que el mar pasó a ser IÓNICO, algo que me remite a biónico, como una cosa tecnológica que nada tiene que ver con estas aguas azules. Un horror.
Contó que a los niños en el colegio ya les enseñar a hablar de eneryía, porque al parecer la pronunciación de la J o G es agresiva... que vayan a freír buñuelos!!!!
Pero no nos vayamos de tema y volvamos a la soñada Taormina.
Un verdadero paraíso, pero es tan pequeña que los hoteles están fuera de la ciudad. El nuestro, pá no errarle, está situado a unos 10 kilómetros. Sí, me recordó a Villa La Angostura.
Pero al verlo, lejos de enojarnos, nos quedamos admirados, porque se trataba de una construcción en bloques hecha en la piedra de la montaña con vistas espectaculares al mar. Cada habitación tiene vista al mar, algo que al menos para mí es maravilloso.
Claro que todo no puede ser tan paradisíaco.
Apenas llegamos se nos informó que tendríamos que dejar todo el equipaje para ser transportado en unas combis a las habitaciones, ya que subir y bajar de la montaña con el equipaje se nos complicaría. Hasta ahí todo perfecto.
A nosotros también nos llevarían en las combis, pero previamente teníamos que cenar, ya que la cena estaba contratada e incluida y se servía a las 19:30. Eran las 19:15. No tenía sentido ir a las habitaciones sólo para hacer pis y lavarnos las manos, ya que no nos quedaría tiempo para otra cosa.
Lo acepté con resignación, mientras otros comenzaron a quejarse a viva voz. Que la cena era muy temprano, que querían ducharse, que no podían obligarnos a estar allí sin ir previamente a nuestras habitaciones.
Hice oídos sordos a las quejas; es más, me parecieron desatinadas ya que nos habían recibido con tanta cordialidad y fui al baño del lobby.
Acto seguido me encaminé hacia el segundo piso del hotel al restaurante.
Allí encontré un par de compañeros de viaje tomando fotos y realmente flasheé con el paisaje. Balcones que daban a los jardines y al mar. Un verdadero espectáculo para los ojos y el alma. No sabía adónde apuntar primero con mi cámara.
Entonces dije a uno de mis compañeros de viaje: ¿cómo esta gente se puede enojar tanto en un paraíso como éste? Si todo es solucionable.
Y de repente recordé el Caribe y los problemas caribeños y una nube me atravesó la razón. Pero despejé mi cabeza y seguí tomando fotos.
Mi compañero entrerriano coincidió conmigo.Nada podría hacerte enfadar ante un paisaje tan bello. Anochecía sobre el mar Jónico, Iónico, Biónico o como carajo quieran ahora llamarlo y era algo digno de ver. Yo era una privilegiada de estar allí para presenciarlo!!!
Con una sonrisa en los labios seguí caminando pese al cansancio y un tano me llamo para subir más escalones. Entonces me mostró la piscina... de ensueño!!!!!! y con vista al mar. Todo era hermoso y perfecto.
Llegué al restaurante. Varios de mis compañeros de viaje ya estaban ubicados en las mesas. Me senté con un matrimonio rosarino y al rato nos trajeron un plato con algo para picar. Todo perfecto y riquísimo.
Al rato nuestro mozo, un muchacho simpático y sonriente, nos dejó el menú.
Al tratarse de un menú estipulado, había dos opciones de cada plato: entrada, primer plato, segundo plato y postre. Teníamos que elegir.
Y entonces sobrevino la catástrofe. Nunca más vinieron a tomar la orden!!
Se llenaron las mesas con los 43 pasajeros de mi bus y había sólo dos camareros (una chica con cara de orto, desbordada por la cantidad de gente; y el tanito simpático, que reía como un pelotudo cada vez que lo llamábamos, casi con sorna, burlándose de nosotros)
Nos habíamos sentado a las 19:30. Eran las 21 y seguíamos sin poder ordenar!!!!!!!!!
Ahí perdí toda la buena onda, entré en brote psicótico y se me volaron todos los pájaros de la cabeza.
Nadie nos daba bola. 
Algunos fueron afortunados de poder pedir el primer plato, otros más afortunados iban por el segundo, pero tres o cuatro mesas seguíamos esperando ordenar tras una hora 15 de espera!!!!!
Mi compañero entrerriano también había perdido los estribos y al carajo la belleza del lugar, la buena onda y el paisaje. Teníamos hambre, llevábamos 12 horas de viaje en las costillas y no nos habían dejado ni siquiera bañarnos para respetar el horario de cena de las 19:30 que ellos no habían respetado.
Llamé a la coordinadora antes de organizar el cacerolazo y ella dijo que ya había hablado. Le pregunté por un encargado y/o gerente y me respondió que precisamente había hablado con el encargado y éste alegremente le había respondido que era el personal con el que contaban.
Que´deja vú!!!... volvía al Caribe estando en Europa!!!!!!!!!
A ver, ¿qué tanta agilidad se necesita para tomar órdenes de menúes preestablecidos y preparados con antelación. Era cuestión de decidir y listo, que todo ya estaba preparado!! Distinto era elegir entre 30 o 40 platos de una carta!!!
Por supuesto que estaban las "mujeres provenientes de esas ostras marinas de las que se sacan las perlas" de siempre, que se pusieron a cuestionar los menúes y pedir uno con partes del otro y demás, entre que el idioma no se entendía. Y encima las atendían a ellas y no a nosotros que estábamos todos decididos!!!!!
Cuando ya me iba a ir a la cama sin comer, manoteando los grisines que me había comprado a la tarde, mi coordinadora fue por enésima vez a la cocina y les cantó las 40 organizando todo. Salieron con los platos en las manos y sobre la marcha elegíamos.
A esta altura la calentura me había quitado el hambre, pero pensé que más tarde volvería, así que comí el antipasto de entrada (que estaba tan picante que terminé como un dragón escupiendo fuego), salteé las pastas del primer plato (estoy algo así como repodrida de las pastas) y opté por la carne con verduras grilladas del segundo, que terminó siendo carne con puré de papas, pero no había tiempo para quejas o nos iríamos de ahí a las 2 de la mañana!!
Mi carne hacía muuuu cuando la pinchabas y chorreaba sangre (si hay algo que detesto es la carne cruda), pero cerré los ojos y tragué todo pensando en lo bien que eso le haría a mi anemia.
Por último vinieron las frutillas con crema. No les miento. Habrán sido tres frutillas casi molidas para que aparentaran ser más, con crema de ésas que vienen en aerosol. Viva Coronda, carajo!!
Lo peor del caso es que mañana también cenaremos aquí. ¿Habrá que llegar a las 5 de la tarde, o lo sucedido les servirá para aprender a organizarse?
Hagan sus apuestas, señores... yo por el momento sólo quiero dormir. Sé que cuando mañana abra mi ventana y vea ese hermoso mar azul toda la bronca pasará a ultimísimo plano.

domingo, 10 de abril de 2016

Todos los caminos no conducen a Roma



Interrumpo mi relato de las pasadas vacaciones cubanitas, para trasmitir en vivo desde mi último viaje: aquíiiiii Romaaaaa!!!!
Tal vez no era tiempo de hacer un viaje, tal vez me estoy poniendo vieja. Lo cierto es que un mes antes de la fecha de mi partida, me atacó espolón en un talón (para quien no sabe qué cornos es, se trata de un crecimiento cálcareo en el hueso del talón. Algo así como la espuela de un gallo, pincha y duele como la merdeeeeeeee) Lo cierto es que de caminar rengueando para no pisar con ese talón, me dio tendinitis en la parte del tobillo. Y así pasé los últimos días, medicada y con rehabilitación.
Y me sentía mejor... hasta mi llegada a Italia.
Conocí Roma cuando tenía 16 años y no me gustó. No me gustó nada. Pero teniendo en cuenta el que era amor de mi vida en esa época, creo que desconfío un poco de mi discernimiento a esa edad, por lo que decidí darle una segunda oportunidad. Eso sí, sólo un día. No más.
El viaje comenzó con una noche sin dormir, porque mi traffic hacia Ezeiza (ay, qué afortunados son los porteños!!!) salía a las 4:30 de la mañana y tenía miedo a quedarme mosca. Y siguió con otra noche durmiendo poco, porque en los aviones no suelo pegar un ojo.
Y así, con sueño de dos días acumulado, llegué a Roma a las 6 de la mañana.
El transporte me llevó al hotel y por fortuna, a pesar de la hora, me entregaron la habitación. Aleluyah!!! aunque no tendría mucho tiempo para descansar si quería aprovechar el día.
Porque, para comenzar, tendría que llegar al casco histórico, ya que el hotel era precioso pero casi casi estaba en la Toscana!!!!!!!! Hasta el canto de los pájaros de oía. Era como estar en el campo.
Entonces me explicaron cómo llegar a lo que sería mi centro de operaciones: Ciudad del Vaticano.
Tenía que caminar unas cuadras, tomar un ómnibus y luego un metro. Faltó un helicóptero y probaba todos los medios de transporte!!!
Quien dijo que todos los caminos llevan a Roma, evidentemente nunca pidió instrucciones a un romano.
Primero, que me entiendan fue más difícil que comunicarme con los rusos!!
Nadie entendía español y nadie sabía inglés. Y tampoco comprendían lenguaje de señas. Y cuando comprendían lo que yo preguntaba, todo lo que hacían era darme instrucciones ambiguas o contradictorias: siga derecho, doble siniestra, no... diestra!! 
Después de preguntar a 5 romanos logré munirme del ticket para el bus y encontrar la parada. Pero no llegaba!!
Ahí, gracias a un españolito que también llegó a sumarse a la espera, me enteré que los domingos los colectivos urbanos salían una vez por hora (oh, primer mundo!!)
Al fin llegó, lleno de gente y una mujer me indicó que era la segunda parada. Pero había una pequeña diferencia entre el nombre verdadero y la parada que anunciaban.
Con temor bajé en la segunda y de inmediato encontré el metro. Entonces pregunté por el que iba a la estación Ottaviano. Una negra de trenzas hermosas me dijo que era esa línea y me ayudó a sacar el pasaje en la máquina.
Pero como soy insegura, al bajar pregunté a otra mujer, y ella muy fresca me dijo que estaba en la estación equivocada!! Pensé si acaso no había bajado mal en el colectivo. Nuevamente pregunté y me afirmaron que sí. Dos a uno, me subí en el próximo metro. Era el indicado!!!
Y ahí comenzó mi periplo.
No me costó nada encontrar el camino a San Pedro. Pero justo ahí comenzó el dolor agudo en mi pie.
Volvió la renguera y el dolor fuerte.
Con orgullo había puesto en un dosificador las pastillas para todo el día (vitaminas, anticonceptivos, etc.) y justo faltaba... sí, el antiinflamatorio!!!!!!! Estaba demasiado lejos para regresar.
Y tenía otra misión por delante. Había olvidado lo fundamental en Europa: el adaptador para cargar las baterías de todo (cámara, celular, netbook, etc.)
Esa misión me llevaría todo el día, hasta que pude ver el dispositivo en cuestión y tomarlo yo misma sin más explicaciones!!
El Vaticano hervía de gente, lo que atentaba contra mi fobia social... los hubiera aplastado a todos!!
Lo que me llamó la atención es que eran un 90% italianos y 10% japoneses (que están en todos lados) No se escuchaban otros idiomas.
Colas para todo, gente muy devota pero que te atropellaba y empujaba para pasar, monjas avanzando de rodillas pero no dando un solo pedazo de pan a la enorme cantidad de pordioseros que pedía en la plaza, voluntarios que organizaban a la gente y maltrataban a todo el mundo,  La última decepción de la caridad cristiana me la llevé con una señora que se sentó a mi lado frente a un negocio y rápidamente se hizo de un imán que había caído al suelo, metiéndolo en su bolso, después de haberse persignado y orado dentro de la basílica.
Decidí continuar.
Mi idea era recorrer todo lo posible, porque a Roma hay que caminarla, dicen, pero mi pie estaba muy resentido. Más que resentido.
Como dije, dudaba de mi opinión de 30 años atrás, pero confirmé que no regresaría a esta ciudad. Fundamentalmente por tres cosas: su desorden, el estado de descuido de monumentos y edificios hermosos y el despelote de gente.
No se podía avanzar entre la marea humana. Y encontrar los lugares, aún con indicaciones y mapa en mano, era casi una misión imposible.
Estuve horas buscando Piazza Navona.
No soy una luminaria, pero me jacto de no perderme fácilmente y entender los mapas... todos, excepto los romanos. Las calles no llevaban el mismo nombre en el mapa que en las paredes y las indicaciones de la gente parecían de bipolares!!
Así y todo hice todo lo que pude, pero no llegué al Coliseo. Era demasiado para mí!! Estaba tan cansada, que paré a almorzar en un restaurante para ir al baño y pagué y me fui sin ir!!!!!!!
Por último hice un plan: tomaría un taxi hasta Piazza di Spagna y de ahí tomaría el metro hasta la parada donde hoy lo había tomado a la ida y luego, para no esperar un bus que tardaría en llegar, tomaría un taxi hasta el hotel.
Era el plan perfecto para un pie que ya no funcionaba ni a cuerda.
Así que esperé un taxi... esperé, esperé... todos estaban ocupados!!!!! Pensé que eso era patrimonio de la ciudad de Santa Fe. Pues no, acá también conseguir un taxi era más difícil que sacarse los 6 puntos del quini.
Finalmente uno paró y subí feliz.
Dio vueltas, vueltas, vueltas, explicándome como le salía, que debido a una puta maratón todas las calles estaban cortadas. Intentó entrar por varios lugares hasta que desistió... y me dejó a unas 10 cuadras!!
Creí que me iba a largar a llorar. Mi pie no resistiría 10 cuadras más!!
Pero mi fuerza de voluntad me permitió llegar y encontrar el metro. Tuve que preguntar a 10 personas y desempatar con 5 más, para saber si era el metro correcto. Lo era.
Ahora sí me sentaría hasta mi destino.
Pues no. Cuando llegó estaba atestado de gente!!... viajé parada. Casi hasta la última estación.
Cerré los ojos a cinco escaleras mecánicas (soy fóbica) y al fin aparecí en la calle.
Compré unos sandwiches y agua para no volver a salir y me dispuse a esperar un taxi...no aparecía uno vacío ni en figuritas!!!!
En un momento dado creí que iba a tenderme en medio de la avenida y clamar por ayuda!!
Casi una hora después de mi plantón, encontré uno. Si me cobraba 100 euros también los hubiera pagado.
Subí y en cuestión de minutos estuve en el hotel.
El último esfuerzo.. subir al quinto piso, encontrar mi habitación en medio de ese enjambre de números y descansar al fin!!!!!!!
Llego y... la tarjeta se había desmagnetizado.
Ahí me puse a llorar. De verdad. De frustración!!!
Tuve que bajar a "remagnetizarla" y requerí de un último esfuerzo para regresar y llegar hasta la cama.
En fin, mañana será otro día. Seguiré en Italia, pero lejos de Roma. Tal vez con gente más centrada, o ubicada, o predispuesta... en fin, mañana será otro día.

domingo, 3 de abril de 2016

El paraíso cubano (tercera parte)



Después de las mil horas de viaje en ese endemoniado avión y tras llegar al soleado y agobiante Cayo Largo, nos trasladaron al hotel.
Nuestra suerte parecía haber cambiado. Tal es así que por primera vez mi valija salió primera en la cinta!!! ¿Vieron que nunca aparecen los dueños de las primeras maletas que aparecen? Pues éramos mi sobrina y yo!!! Maravilloso...
Nos recibió la representante de nuestra agencia y de inmediato nos subieron al autobus... qué organización!!... Maravilloso!!!!
Tras un breve traslado (la isla es muy chiquita) llegamos a nuestro hotel. Hermoso, con un lobby de colores brillantes y una recepción a todo ritmo. Una banda tocaba salsa mientras varias parejas bailaban. Nos entregaron unos tragos de bienvenida. Por un momento me sentí como los huéspedes de la Isla de la Fantasía. Sólo faltaba Tatoo!!!
Todo era perfecto... pero lamentablemente no tardaría demasiado en cambiar.
En medio de tanta multitud llegamos al fin al escritorio de la Recepción. Allí nos informaron que el check in era a las 15. Faltaba hora y media!! pero bueno, amablemente nos invitaron a pasar a uno de los restaurantes y almorzar.
No sé si estaba cansada, hacía mucho calor o nuestra ropa argentina era demasiado para ese clima agobiante y húmedo; pero era simplemente APLASTANTE. El bolso de mano (con cámara, netbook y otras cositas pesadas) se hacía imposible de cargar y el camino hacia el restaurant interminable. 
Al fin llegamos y nos instalamos. Pedimos un par de hamburguesas y buscamos un baño. 
Allí la primera desilusión. El baño tan sucio como un baño público de terminal de trenes. El aroma no era precisamente caribeño!! Y algo curioso: las puertas eran tan bajas que cualquiera que se pusiera al otro lado, sin esfuerzo alguno y sin ponerse en puntas de pie (por más petiso que fuera) podía verte haciendo equilibrio sobre el inodoro. Después aprendería que eso era algo habitual en Cuba. siempre puertas bajitas, como en mis peores pesadillas de exposición!!!!
Almorzamos sólo pensando en el momento en que pudiéramos llegar a nuestra habitación, bañarnos, descansar... o bien ir a la playa a ver el mar!!! pero eso estaba lejos de suceder.
Esperamos en una reposera que se hicieran las 3 de la tarde. Estábamos agotadas, pero aún felices de llegar y contentas con el lugar.
Cerca de las 15 regresamos al lobby. Queríamos hablar por teléfono a casa y avisar que habíamos llegado bien. 
Nos enviaron a una pequeña cabinita a la entrada del hotel. Había un solo teléfono y ninguna privacidad. Todo lo que había que hablar era frente al empleado... pero tampoco pudimos hacerlo, porque alegremente nos informaron que había un corte de luz, así que habría que esperar para concretar la llamada.
Ok, todo bien... hasta que en Recepción nos dijeron que tampoco podíamos hacer el check in hasta tanto dieran luz nuevamente!!!! Ahí comenzó a molestarme la situación, pero accedí de buena gana a esperar. Claro que después de una hora y media de espera, ya tenía un ataque de caspa!!!!
La última vez que me dirigí al mostrador creo que lloriqueé a la empleada, hasta que se apiadaron de nosotras, nos cargaron en un carrito de golf y nos llevaron a nuestras habitaciones.
Llegar fue una bendición. La habitación era cálida y confortable. Bueno, cálida en todo el sentido de la palabra porque el aire acondicionado no andaba y tampoco el ventilador de techo.
Poco nos importó y a las 4 y media, después de ponernos la malla y prepararnos para el chapuzón en las aguas del Caribe, caminamos hacia el teatro para asistir a la reunión informativa.
Antes de salir intenté hablar por teléfono desde la habitación. Seguí todos los pasos pero resultó imposible. Había que intentarlo desde el lobby.
Llegamos al teatro y nos recibió un pintoresco personaje: Aníbal. Simpático y amable, dio todos los datos que necesitábamos saber. Excepto cuando dijo que el cocodrilo era un mamífero, creo que todo era útil.
Confieso que a esa altura estas personitas tan sonrientes y charlatanas comenzaban a caerme pesadas... sí, soy una intolerante, pero estaba tan cansadaaaaaa!!!
Una de las cosas que nos informaron fue acerca de los restaurantes a la carta. Teníamos derecho de entrar a dos y teníamos que reservar lugar después de las 18. Había que hacerlo ese día para conseguir lugar, así que tras intentar nuevamente hablar por teléfono (intento fallido!!) fuimos a hacer cola para la dichosa reserva.
Tras una hora al sol en una cola que apenas se movía, comencé a ponerme nerviosa. MUY NERVIOSA!!
Delante de nosotras una mujer de cabello envidiable, esperaba cual lady. Todos resoplábamos, protestábamos, pero a ella no se le movía una pestaña. Y  tampoco perdía el estilo, mientras el resto ya no sabía cómo pararse, dónde apoyarse o cómo aguantar de pie.
Europea, seguramente europea, porque los latinos somos más quejosos y bochincheros.
Entonces llegó una pareja y le habló en italiano. Y ahí la Lady perdió toda su compostura y comenzó a gritarles.
No entiendo italiano pero indudablemente los estaba puteando con todas las palabras que conocía. Llegué a entender que se quejaba de estar más de una hora esperando. Y dicho esto, y sin darles oportunidad ni a pestañear a los recién llegados, se acomodó la cartera y se alejó nuevamente cual Lady.
Por alguna razón me sentí gratificada. Al fin y al cabo esta mujer también tenía sangre en las venas y se calentaba al igual que todos los demás (mal de muchos consuelo de tontos!!)
Y esto no terminó ahí. Entonces la otra mujer comenzó a insultar en cuatro idiomas al pobre tano. Lo único que pude captar fue que era la última vez que viajaba con la otra.
Nunca supimos qué relación había entre esos tres. Suponíamos que la mujer del cabello hermoso era hermana del tano. Lo cierto es que la cara de resignación de este pobre hombre daba pena y no deben haberle alcanzado los días para arrepentirse de ese mal tercio para viajar.
Al fin pudimos reservar en el restaurant internacional y en el italiano y tras esto, pasadas las 7, partimos rumbo a la playa.
Siguiendo las instrucciones de Aníbal, pasamos a recoger las toallas de playa, pero ¿adivinen qué?... el kiosquito de toallones cerraba a las 6!!!!!!!!
Sin toallas, con mucha bronca y en medio de una gran ventolina llegamos a la playa. Hacía un fresquete digno de Mar del Plata. Pusimos los pies en el agua, que estaba helada y las olas te tumbaban.
¿Por qué engañaban así al turista?... ¿dónde estaban las aguas cálidas y tranquilas del Caribe?
Estuvimos un rato hasta ponernos en punto Walt Disney de congelación y allí emprendimos la retirada.
Poder bañarnos en nuestra habitación fue lo mejor del día!!
Cansadas, partimos hacia el buffet. 
La oscuridad del camino era digna de una película de terror. Aníbal nos había dicho "hay una iluminación ambiental". ¿A qué llamaban una iluminación ambiental?... a dos foquitos en medio de los troncos de las palmeras??? No sabías dónde ponías los pies!! y era un largo camino al buffet!! (al día siguiente iría munida de una pequeña linternita)
Cuando íbamos llegando una multitud me llamó la atención... COLA también para entrar al buffet!!!!!!!!
Mi humor ya estaba en una escala 25 (del 1 al 10)  de acidez!!!!! Esperamos UNA HORA para poder comer.
Tras la cena finalmente pudimos llamar por teléfono. Y allí nos enteramos de otra "buena noticia": no había wi fi. Es más, no había internet!! Había llevado la netbook al divino botón porque sólo permitían conectarse a través de un par de de computadoras que tenían en la diminuta cabina de comunicaciones. Se ingresaba por tarjeta, a través de un código. Y la hora costaba unos 80 pesos!!!!!! Pero había más. La conexión era tan lenta, pero tannnnnn lenta que la primera vez que pudimos usar el servicio en 1 hora sólo logramos enviar un mail mi sobrina y otro yo!!!
Facebook me bloqueó la cuenta, no podía acceder a mi correo y hablar por teléfono era una odisea. Comencé a sentirme incomunicada... y aunque hablábamos el mismo idioma, también parecía que nos costaba demasiado entendernos. Empecé a sentir que había entrado en una dimensión paralela... y cuántas experiencias aún nos esperaban!!!!!!!!!!
(Continuará...)