lunes, 28 de agosto de 2017

Patético fin de una fan



Mi fanatismo por la orquesta de André Rieu no es novedad. Lo he seguido por el mundo y no ha sido muy simple, por cierto, pero nunca antes había llegado al punto de saturación al que llegué con el último concierto en la vecina Chile.
Después de casi un año de planificación, organización, bastante inversión monetaria y mis ilusiones puestas en ese espectáculo, todo se descarriló y tomo un rumbo no deseado, que me hizo llegar a la conclusión de que estoy grande para ciertos trotes y hay cosas en las que debo ceder ante la naturaleza y desistir porque por más que me empecine, tienen vida propia.
Este viaje, aunque bien concebido, estuvo mal parido desde el minuto uno en que se desarrolló.
Para comenzar, la logística del traslado aéreo hasta Santiago de Chile dejaba mucho que desear, pero disponía entonces (hace un año) de pocas alternativas viables. Saldría desde mi ciudad de Santa Fe en vuelo hacia Aeroparque en Buenos Aires y de allí, a Santiago; para regresar nuevamente a Aeroparque y de ahí a Rosario.
O sea que también tendría que contratar un medio de transporte hacia los aeropuertos, ya que no podía dejar mi auto en un sitio saliendo de un lado y regresando a otro. 
Pero al menos volando desde mi ciudad, tomar un taxi sería fácil... eso pensé!! hasta que unos meses atrás se anunció la reestructuración del aeropuerto y desviaron todos los vuelos a la ciudad de Paraná.
Un contratiempo, sí, pero no imposible de arreglar. Sólo estoy a 30 km. de Paraná. Sería fácil llegar allí también.
En medio de estos planes surgieron mis vacaciones de invierno. El viaje ya estaba decidido; la fecha no. Y, por razones laborales, había sólo una opción aprovechando un feriado: programar el viaje para llegar en el feriado del 21 de agosto.
Todo muy lindo, hasta advertir que el vuelo para el concierto era... el día 25!!!!!!!!... en la misma semana!! Ni alcanzaría a recuperarme del jet lag, que ya estaría viajando nuevamente!!!
Pero bueno, pensé, soy "joven" (al menos traté de convencerme de ello) y puedo hacerlo. Y seguí adelante con mis planes.
En medio de mis vacaciones mi perra Mora, mi hija del corazón, enfermó.
Fueron momentos terribles, que opacaron un poco las maravillas que estaba visitando y sólo una idea cruzó por mi cabeza: suspendo el viaje a Chile. Si ella no está bien, no voy a ningún lado.
Hubo interconsultas, mucha gente maravillosa con la que estaré eternamente agradecida por su forma de atender a mi gordita, movidas y tratamientos, hasta que su mejoría y los consejos médicos me convencieron de que podía ausentarme unos días más.
Bien, otra vez en carrera!!
El día del viaje amaneció gris y encapotado. Ninguna tormenta importante, pero una llovizna molesta.
El remís llegó diez minutos antes de lo previsto, todo marchaba sobre ruedas.
En 15 minutos creo que estuvimos en Paraná; los restantes 45 lo pasamos buscando el aeropuerto!!
Qué ciudad tan mal señalizada!!!! No había más que uno o dos carteles pequeños, algunos equivocados, preguntamos a tres o cuatro personas antes de poder encontrar el rumbo, pero llegamos.
Creí ser la primera en el aeropuerto (me sentí como los protagonistas de esa película islandesa, cuando se despiertan y no encuentran más un ser humano en la ciudad), hasta que fui al baño y encontré a otra mujer. Éramos dos!!
Pronto se fue llenando la sala de espera y demoraron en abrir el despacho de equipaje. Allí fui informada que el vuelo estaba demorado una hora por razones climáticas. Entonces el sol asomaba en Paraná y pensé que también así sería en Buenos Aires (desde donde tenía que llegar el avión para cargarnos a todos hacia allá nuevamente)
La demora fue más demorada y cuando acordamos habían transcurrido dos horas sin noticias.
Mi problema era la conexión a Santiago!!! Si no llegaba antes de que cerrara el embarque, podía olvidarme del viaje. 
Siempre pensé que la empresa debía garantizar la conexión en esos casos. Ahora descubrí que no.
Con los nervios a flor de piel y controlando a cada momento el celular para ver si al fin había salido el avión desde Aeroparque, encontré a otro pobre infeliz como yo, que tampoco sabía si llegaría al vuelo de Santiago, pero con una diferencia importante en relación a mí: él no había despachado equipaje.
Finalmente me comunicaron que cancelarían mi vuelo y me reservarían asiento en el de las 16:10... eso implica que llegaría a las 18:30 a Santiago!!!!!!!!!!!!! A las 20 tenía que estar en el concierto para retirar mi entrada!!!!!!!!!
Entré en pánico y lo último que hice antes de colocar el celular en modo avión fue enviar un whatsapp al taxista (conocido por una amiga en común) para buscar una opción al antes arreglado traslado aeropuerto/hotel, que ya no era viable.
Llegamos poco antes de la 1. Pensé que hubiera podido alcanzar el vuelo de las 13:25, pero no tenía mi equipaje, así que me resigné a esperar.
Grande fue mi sorpresa cuando comprobé que efectivamente lo hubiera alcanzado, ya que también demoró una hora en despegar!!!!!! Mascullando mi rabia, hice mis trámites y esperé el de las 16:10.
El taxista chileno respondió y la respuesta no era muy alentadora. La única opción que tenía era la de llegar, ir directamente al concierto y que él llevara mi valija al hotel.
El hecho de pensar en que no podría bañarme, ni cambiarme de ropa, me provocaba una ira incontrolable. Había elegido tanto la ropa que usaría, llevado maquillaje, mi banderita, la bufanda de André... y nada de eso sería posible!! Ni siquiera ponerme un poco de perfume!!!!!!!!
Pero era la única forma de llegar. Y acepté; no por poco dinero precisamente...
El avión despegó más tarde (una obviedad decirlo, hablando de Aerolíneas Argentinas) y llegué casi a las 7!!!!!!!
Pasé a migraciones.
Yo pensé que mi país era un desastre hasta que vi Chile. Éramos unas 400 personas (siendo generosa) y sólo dos personas atendiendo!!!!!!!! Pensé que en ese preciso instante me iba a dar un ataque y quedaría seca en el piso. Juro que sentía que me iba a desmayar... del odio!!! Pero sobreviví y lo pasé.
De allí me tiré en la oficina de cambios para hacerme de pesos chilenos, fui al baño y retiré mi valija.
Cuando salí, el taxista me esperaba y ahí comencé a correr.
No puedo describir lo que era el tráfico en Santiago a esa hora... caótico!!
Comenzamos respetando límites de velocidad, pasos de buses, etc., hasta que le contagié mi ansiedad y empezamos a delinquir, doblando en lugares prohibidos, avanzando a todo trapo, hasta estar frente al estadio donde se llevaría a cabo el concierto. Eran ya las 8 y 20.
El lugar estaba atestado de gente. Intentamos una entrada y la otra; no nos dejaban estacionar en ninguna. Hasta que bajé al otro lado de la avenida y crucé hacia la entrada principal.
Cuando intenté pasar, me dicen "¿su entrada?" Expliqué que la había comprado por internet y tenía que retirarla allí.
Entonces alegremente me dijeron que no era por esa entrada sino por la otra. Y cuando me explicaron dónde era, el alma me cayó a los pies.
Creo que hice unas 20 cuadras para llegar. 
Atravesé todo un camino de tierra hasta la entrada y luego un parque enorme oscuro, donde metí las patas varias veces en el barro. Corrí más que Forrest Gump!!! Él tenía aparatos; yo, fascitis plantar. 
Traté de olvidar el dolor y seguir sin mirar atrás.
Cuando llegué a la taquilla, no podía respirar. Mi pelo chorreaba transpiración y temblaba sólo de rabia, porque tenía tanto calor en esa noche tan fría, que con gusto hubiera tirado toda mi ropa al diablo!!
Y finalmente, rozando las 20:45, entré.
Estaba agotada, sedienta, tenía ganas de ir al baño, y no dejaba de preguntarme "¿qué diablos hago acá? Tendría que estar con Mora!!"
Mientras caminaba hacia mi asiento sólo me juraba: "es la última vez que hago esto. NUNCA MÁS".
Junto a mí se sentó una de las personas tan maravillosas que conocí en Chile 2013, mi primer e inolvidable concierto de André Rieu, y me alegré mucho de verla, al mismo tiempo que me avergonzaba de mi aspecto. Todas las mujeres estaban maquilladas, bien vestidas, con tacos altos, bien peinadas. Yo era la Cenicienta de las fans, empapada, a cara lavada y con las botamangas del pantalón llenas de barro.
Me gustó el concierto, pero no sé si fue mi cansancio o la bronca, que me impidieron disfrutarlo como otros anteriores. Vi imperfecciones que nunca había notado en los demás espectáculos. Esa noche todo me caía mal.
A la salida, en medio de 20000 personas desparramadas, encontré a mi taxista y me llevó al hotel. Sentí que todo volvía a la normalidad.
Me registré y pregunté por room service. No comía nada decente desde el almuerzo y ya era casi la 1 de la mañana. 
Me respondió con cortesía que el restaurante ya estaba cerrado, pero en la avenida podía encontrar muchos lugares donde comer. 
Dejé mis bártulos, fui al baño y salí antes de que mi cuerpo se rindiera a dar un paso más.
Caminé cuadras hacia un lado, hacia el otro... todo estaba cerrado. Hasta en un bar, que estaba abierto y con gente, me dijeron que ya cerraban.
Con mucha rabia regresé al hotel y pensé "si hago cara de Bambi después de la muerte de la madre, tal vez se apiaden de mí y me tiren aunque sea un cacho de pan". Así lo hice, y el empleado amablemente me sonrió, como diciendo "jodete".
A lo único que atiné es a preguntar si el agua del grifo era potable, porque moría de sed!!!
Y cuando llegué, vi un armario debajo de la tele... minibar!!!!!!!! Ataqué una latita de papas fritas y tras un baño, y un litro de agua de grifo intercalada por un clonazepam, me dormí al fin.
Lo que no sabía es que los contratiempos de ese viaje no terminarían ahí... todavía me esperaba el regreso!!!!!!

sábado, 5 de agosto de 2017

Nunca hubiera podido ser mochilera



Definitivamente no hubiera servido para mochilera.
¿Vieron esa gente que viaja con dos calzones y un par de medias en la mochila, nunca hace reservas y duerme adonde la sorprende la noche? Pues bien, yo soy exactamente lo opuesto!!!
Yo necesito un buen hotel, cama confortable, baño sólo para mí y una agenda más o menos organizada de lo que pienso hacer.
Me encanta viajar, es parte de mi naturaleza. Pero previamente tengo que tener todo fríamente calculado. Y, nobleza obliga, debo reconocer que cada vez me cuesta más relajarme en la previa de un viaje.
Es innegable que me suelen pasar  muchas cosas imprevisibles y loquísimas antes de un viaje, pero la mitad de ellas sólo habitan mi cabeza. Y como bien saben, ese hábitat es un caldo de cultivo!!!
Pensé cuál podría ser la razón que me altere tanto, porque soy organizada, previsora… creo que lo soy desde que tenía   9 años y viajaba con el coro de niños!!! Debo haber sido yo y no mi madre quien controlaba que todo estuviera en orden. Y aún así, hay cosas que se me escapan… como corresponde. Si fuera perfecta, sería una Diosa y no un ser humano!!!
Creo que una de las razones puede ser  la vejez (me estoy haciendo grande: de tamaño también, pero eso es harina de otro costal). La otra razón tal vez sea… vejez!!!!!!!
Con la salvedad de algunos casos crónicos de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), los jóvenes son despreocupados, no se alteran así nomás, dejan todo más librado al azar.
En este viaje me atacó una histeria inexplicable. ¿Qué podía fallar? Si todo estaba organizado desde tanto tiempo antes. Pero la vida es impredecible y las cosas suceden.
El jueves, mi último día de trabajo, se me ocurrió echar un vistazo a mis pasajes de avión. Todo bien, las fechas, etc., excepto un detalle: había un vuelo de una hora que salía a las 11 AM y llegaba a las PM!!!!!! ¿Cuál dato estaba equivocado? ¿La partida o el regreso?
Sin meditarlo demasiado, llamé a mi víctima (mi pobre agente de viajes) a fin de consultar la incógnita.
Con la santa paciencia me indicó que después del mediodía era PM (como las iniciales lo dicen) así que si llegaba pasadas las 12, ya era PM aunque fuera un vuelo de una hora y piquito.
Me sentí la más idiota de las imbéciles y pedí disculpas por ser tan atropellada.
El segundo ataque de pánico del jueves llegó al llevar a Mora a la guardería. Cuando llegué a la casa nadie atendía la puerta, ni el celular, ni el teléfono fijo!!!! Al borde de un ataque de nervios, mi cabeza ya pensaba qué haría con mi pobre perra, que ladraba enloquecida sobre el auto queriendo bajar. ¿Y si había sucedido un imprevisto? ¿Si ya no podía quedarse allí? Un manojo de posibilidades desfilaron por mi loca cabeza, hasta que en el llamado 2738728 una voz somnolienta atendió el teléfono. A la dueña de la guardería se le había olvidado que ése era el día que llevaba a Mora y estaba durmiendo la sagrada siesta litoraleña!!
Sentí que el alma regresaba a mi cuerpo.
La tercera ya fue arribando a Rosario. Llamó puntualmente la gente del traslado a Ezeiza, verificando datos. Confirmaron el nombre del hotel y acto seguido me dicen 10-46. Por más cálculos que hacía, teniendo presente que las traffics siempre salen 8 horas antes del vuelo, no me cerraban los números. Y ahí, cual psicótica pregunto “¿Cómo 10:46?... ¿no es muy tarde?”
Silencio del otro lado… al rato, el sujeto en cuestión, muy intrigado pregunta: “¿Cómo puede decir que es tarde si todavía no le di el horario?” Sí, 1046 era la altura de la calle!!!! Que casualmente se llama igual que el hotel y por eso no la relacioné con el dato que me había dado antes.
Pedí disculpas hasta en japonés y el tipo se limitó a sonreír… hablará con tanta loca!!
Finalmente, en mi cómoda habitación de hotel, desarmé algunas cosas que tendría que llevar en la valija grande (que terminó con 19 kgs) y otras que llevaría a mano, para advertir con horror… que no me alcanzarían las pastillas ginecológicas para todo el viaje!!!!!!!!
No podía ser tan descuidada y haber contado mal.
Tengo hemorragias a causa de tres adorables miomas y por el momento no puedo cortar este tratamiento. ¿Cómo pude haber hecho mal la cuenta de las pastillas que necesitaría?
Comencé a buscar farmacias cercanas por internet y a llamar por teléfono. Todas coincidieron: sólo las traían por encargue. Sí, vieron que ahora ya las farmacias no tienen más stock, sacando aspirinas y pastillas de carbón, todo lo tienen que pedir a droguería. Además, éstas provienen de Mónaco... monegascas!! Ni imaginaba que tenían industria farmacológica!!
Cuando iba por la 5ta. farmacia, desistí. Y, como siempre decía mi mamá, puse el corazón en paz. Ya vería cómo me las arreglaría para tener al menos media dosis diaria.
Me relajé y puse la novela en la compu… no andaba!! Así que la vi por el celular.
Como olvidé activar el wi fi, gasté todos los Gb disponibles del mes que había comenzado  4 días atrás.
Conclusión: sí, estoy vieja. Y agradezco a Dios estar sola y no tener un marido o hijos a quienes torturar.
Un nuevo viaje comienza y, con él, una nueva aventura que quién sabe qué locuras deparará.

Ahora, a disfrutar!!!!!