martes, 28 de julio de 2015

Europa: a 4 pasos de la perfección



Recién llegadita de Europa puedo afirmar que definitivamente es mi destino favorito!!!
Claro que nunca las cosas son 100% perfectas y hay ciertos detallecitos europeos que podría llegar a cambiar porque me desagradan sobremanera. A saber:
1. NO USAN BIDET: ¿A quién se le ocurre que la limpieza post necesidades fisiológicas tenga que ser en seco como en la tintorería? ¿Acaso no pudieron descubrir en tantos años las maravillosas virtudes del bidet?
En mi primer viaje (hace casi 30 años) me sorprendió un poco la ausencia de este simple mueblecito, hasta que en viajes recientes he llegado a ver ciertos intentos por acercarse a la civilización (al menos en lo que a higiene se refiere)
Por ejemplo en París me ha tocado descubrir un bidet así, grande como los nuestros, que estaba discretamente oculto dentro del vanitory. Así que había que abrir las puertitas del mueble, girar el asientito y tratar de embocar con el trasero, cuidando de no pegar un culatazo contra el lavatorio o no terminar encajada dentro del compartimiento del vanitory.
También he visto unos inventos raros en los que el agua sale desde atrás, por lo que al sentarse, en lugar de quedar sobre el chorro, corrías el riesgo de aplicarte el pico cual supositorio y terminar en un grito de dolor más que en un baño de placer.
Finalmente están los tipo duchador, que cuelgan al lado del inodoro y son lo más práctico que he visto hasta el momento en el viejo mundo.
A veces cuentan con canillita propia y otras, como en un hotel que visité en los países bálticos, tiene conexión con la canilla del lavatorio, algo que descubrí recién cuando terminé bañada por la presión de agua de semejante engendro.
2. USAN EDREDONES: Si van a Europa, olvídense de las sábanas, frazadas y cubrecamas porque simplemente no existen. Allí usan edredones. O lo que aquí llamábamos plumones. 
Algunos más sofisticados con plumas verdaderas; otros con plumas sintéticas... lo cierto es que sea invierno o verano, usan unas sábanas tipo bolsas en medio de las cuales meten el plumaje.
Y reconozco que soy una jodida, nunca fue mi intención negarlo, pero para dormir detesto las cosas que pesen sobre mis piernas. Necesito movilidad; estoy en permanente movimiento hasta de dormida!! Y el edredón me aplasta, me ahoga, me da calor!!!
Sin edredón hace frío. Con edredón hace calor. No hay un término medio.
En este último viaje, un día -cansada de despertar empapada y furiosa por tener esos kilos de plumas aplastando mis piernas- se me encendió la lamparita de cambiar la sábana de abajo por el edredón!! (guau... qué iluminación!!!) 
Así pude al fin disfrutar de una gloriosa noche de sueño, tapada con la sábana (que desde luego no es ajustable... en fin, no son tan inteligentes como suponíamos) y sobre un colchoncito de plumas extra.
Pero a la segunda noche tenía frío... no tanto como para el edredón, así que opté por sacar el relleno y taparme con la bolsa de sábanas más un toallón.
A la mañana, a riesgo de pasar por loca ante la mucama de turno, perdí media hora reacomodando todo el desorden horroroso que había en mi cama.
¿Es justo tener que llegar a tal grado de "degradación dormitoril"?
Queremos sábanas y cubrecamas, europeos, ¡¡¡sábanas simples!!!
3. NO TIENEN DULCE DE LECHE: ¿Cómo pueden los países europeos ignorar las bondades del argentinísimo dulce de leche? 
Podría estar presente en tantas delicias, pero no, ¡¡no existe!!
En Viena me senté al fin a comer la famosísima Sacher Torte, algo así como una orgía de chocolate hecha torta. Pero ¿qué le faltaba al medio?... Dulce de leche, señores!! El dulce de leche no se puede reemplazar con chocolate ni con cremas ni con mermeladas. El dulce de leche es una institución!!!
Por primera vez encontré en Vilnius, capital de Lituania, el preciado dulce argentino en un supermercado. No lo podía creer. Hasta fotos le tomé!!
Claro que lo venden como producto exótico. No lo agregan a sus postres ni lo ponen en los desayunos.
¡¡¡Aún no saben lo que se pierden!!!
4. NO COMEN PAN: A excepción de Italia, que es como una prolongación del caos cotidiano en el que vivimos, en los demás países no comen pan con las comidas. 
En algunos lugares hay que pedir el pan y pagar por él y en otros directamente no existe!!
¿Con qué juntan la salsita y empujan la verdura?... ¿Cómo pueden perderse las delicias de la adicción a las harinas?
En este último viaje, en un almuerzo pago, me sorprendió encontrar pan en la mesa. Las rodajas finas estaban prolijamente dispuestas en una pequeña panerita y tapadas con una servilleta... ¡¡¡una por cada comensal!!!
Pan sólo con el desayuno. Y si se contrata desayuno continental.
En fin, pueden no tener estos detalles, pero nos siguen revolcando por el piso con tantos otros que estaría bueno copiar por este lado del charco. Por eso nunca me cansaré de elegirlo como destino. 
Puedo seguir viajando con una frazadita en el bolso de mano, toallitas húmedas para limpiar mi trasero y aguantar mis adicciones hasta el regreso, ¿no?

viernes, 3 de julio de 2015

Mi primera experiencia viajando en trenes europeos



¡Hola a todos! Los saludo desde una adorable y soleada Amsterdam, hasta donde llegué para hacer realidad por tercera vez mi sueño de ver a André Rieu en concierto en su hogar natal, Maastricht.
Lamentablemente también será mi última vez, al menos en mi vida laboral, porque este viaje me ha causado unos cuantos problemas... pero eso es harina de otro costal y enfoquémonos en lo que interesa: mi fanatismo y lo que se puede llegar a hacer por una pasión.
A los que no me conocen personalmente les cuento que hasta hace tres años yo era muy gorda... MUY. Lo que me tenía más que imposibilitada para moverme con libertad, no sólo a países lejanos sino hasta la esquina de mi casa nomás.
En 2012 me sometí a una cirugía de bypass gástrico y, tras mucha fuerza de voluntad, bajé 85 kgs. Hoy en día no soy una sílfide, mi contextura siempre será grande, pero puedo manejar mi cuerpo y hacer miles de cosas que antes eran inimaginables para mí!!
Así, en 2013 decidí viajar a ver el soñado concierto de André Rieu en Holanda. Ese concierto que tantas veces había visto en dvds, ahora presenciarlo personalmente!!! Era un delirio hecho realidad.
Claro que no se realizaría en Amsterdam, sino en Maastricht. ¿Y cómo llegar hasta allá?
En tren, inevitablemente.
Hasta ese momento mi experiencia de "andar por mi cuenta" en países de habla no hispana era escasísima, por no decir nula; y el hecho de pensar en el idioma holandés, subir a un tren, hacer conexiones, etc. trastornó hasta a mis tripas, ocasionándome una divina diarrea previa de largos días de duración!! (el típico "cagazo", metafórica y literalmente hablando)
Apenas llegué al aeropuerto de Schiphol pregunté en mi inglés básico (entonces, ahora está más perfeccionado, tras cursito on line) por el viaje a Maastricht, horarios, etc., si bien ya tenía el pasaje comprado desde Argentina.
Me dieron una listita impresa de la que no entendí un cazzo!!
Después de una microsiesta en mi hotel del aeropuerto y un baño reparador, me dediqué a revisar con más tranquilidad los papelitos que había traído con los horarios y combinaciones de trenes.
En principio (según había investigado en internet) la ruta era fácil. Tomaba un tren hasta Utrecht y allí cambiaba de tren hacia Maastricht. Fin del periplo.
Pero si me conocen un poquito sabrán que nada es tan simple para mí... hasta el 11 de julio de ese año estaban reparando unas vías en esa ruta y por lo tanto no había trenes. ¿Qué fecha era la de mi viaje? 6 de julio!!!
Así que ahí estaba, revisando la nueva ruta. Y al fin entendí!!
Eran dos combinaciones de trenes. No parecía difícil: Schipol-Rotterdam y Rotterdam-Maastricht. Genial!! El primer tren salía a las 8 así que puntualísima como soy, pensé en tomar el shuttle bus de las 6 para llegar con tiempo... con todo el tiempo del mundo para ubicar andenes y demás!!
Así lo hice y tras llegar al aeropuerto por las dudas fui nuevamente a preguntar por la ruta a Maastricht, portando el papelito del día anterior. 
Un holandés muy ácido lo tomó y abollándolo me dijo "This is not correct". Y me dio otra ruta!!!!!!!! Eran las 6:50 y el nuevo tren salía a las 7!!!
Bajé corriendo las escaleras para la estación de trenes del subsuelo, ubiqué el andén y después de verificar con unos guardas si era el tren a mi primera estación, subí.
De más está hablar de la limpieza y el estado de esos vagones... en fin, ahorraré renglones de descripciones.
Salió con puntualidad holandesa y comencé a temblar.
Así llegué a la primera estación. Cargando mis dos valijas (la grande y el bolso de mano) me moví de andén y subí orgullosa al segundo tren. Faltaban 15 minutos para la partida y ya estaba allí!!! Claro que cuando salió 5 minutos antes comencé a preocuparme. HABÍA SUBIDO AL TREN EQUIVOCADO!!!! (por no leer los carteles con indicaciones)
Comencé a desesperar. Pregunté a varias personas si ese tren iba a Eindhoven (segunda parada) y todos lo confirmaron: NO.
Al fin di con un holandés que amablemente me dijo que el tren se detendría en Tilburg, donde podía bajar y tomar uno nuevo a Eindhoven.
El holandés bajó conmigo y estuvimos conversando largo rato en mi pobre inglés, pero entendí todo, ¿eh?
Me recomendó no tomar el primer tren que se detuvo allí, por ser ruidoso y parar en muchas estaciones. Mi natural desconfianza me hizo preguntarme si era así o me estaba currando. Pero era verdad, no estaba en Argentina!!
Subí al nuevo convoy y viajé hasta el dichoso Eindhoven, donde tendría sólo 2 minutos para conectar con el último tren.
Y lo hice!!!! Crucé de andén y subí al último tren. Con orgullo me senté y me dispuse a disfrutar el último tramo del viaje.
Entonces apareció mi "amigo holandés" para contarme que había ocurrido un accidente. Un tipo se había arrojado en las vías y ahora se encontraban cortadas!!!!!!! Así que nos llevarían un tramo y luego tendríamos que tomar un bus hasta otra estación para así llegar a Maastricht.
No podía dar crédito a lo que escuchaba... mi "penoso inglés" me debía estar traicionando. Pero al rato cayó el guarda y nos contó la misma versión de los hechos.
Ese p... suicida ¿no podía haber elegido otro día?... 
En fin, por suerte al menos me había ocurrido eso en un país serio donde no nos dejaron varados en medio del campo sino que se ocuparon de procurar que llegáramos a nuestro destino. 
Así, nos recibieron en la estación con café caliente y bebidas varias para compensar las molestias y en 10 minutos llegó un bus de lujo para trasladarnos hacia la estación de Roermond.
Allí me despedí de mi buen amigo holandés y esperé el tren a Maastricht. Estaba tan insegura que pregunté unas 10 veces si era el tren que me llevaba a ese destino.
A las 11 de la mañana, tras 4 largas horas de viaje llegué a Maastricht!!!!!!!!!!!!!!!
En fin, toda una odisea, pero con la satisfacción de ver cómo en un país "en serio" los imprevistos se resuelven sobre la marcha y el mundo sigue andando casi sin alteraciones.
Una pequeña utopía para un argentino, ¿no?