jueves, 11 de agosto de 2016

Una experiencia 4 x 4

Sabido es que después de mi by pass gástrico y de quitarme una persona y media de encima,  he querido beberme la vida de un solo trago. Y como tal he hecho mil viajes, experimentado cosas "osadas" (lo que incluye la temeraria acción de poner leche a mi café, o probar pescado), tratando de encontrar nuevos sabores a la vida.
Mis vacaciones de enero de 2014 tuvieron un destino de cabotaje (el sur argentino) con un propósito muy especial: revivir mi frustrado y agotador viaje Patagonia 2004, que tantos disgustos y sinsabores me trajo; y recrear recuerdos de este paradisíaco lugar con vivencias diametralmente opuestas a las que viví en su momento.
Así lo hice. Organicé un tour por Ushuaia y El Calafate, con algunas de las excursiones que ya había realizado en aquel viaje macabro de 2004 (en el que tenía si no 80, al menos 70 kgs. más) y a la par, incluir nuevas y emocionantes experiencias, como una expedición en 4 x 4 o el minitrekking sobre el hielo del Glaciar Perito Moreno.
Cuando encaré la primera de las travesías, de más está decir que estaba nerviosa, porque todo lo nuevo (más aún si es distinto a lo que acostumbrás a hacer) trae consigo un poquitín de vértigo y ansiedad. En mi caso canalizo todo por el estómago, así que para las 8:30 de la mañana ya había desayunado, me había caído todo como el orto y me encontraba desparramada en un sofá del lobby del hotel esperando que me pasara el malestar, tras haber intentado vomitar, sin resultado alguno.
Por suerte se retrasaron y la excursión que debía partir a las 9:25 salió "argentinamente" a las 10. 
Para entonces mi malestar estaba algo controlado, hasta que vi la cara del guía cuando me vio. Fue una mezcla de espanto y asombro.
Recién al subir a la 4 x 4 me daría cuenta el porqué.
Eran 6 personas: dos guías y dos parejitas, una de argentinos y la otra de italianos. Creo que entre los 6 no sumaban mi edad!!!! (como dice la famosa canción de Calamaro, "Victoria y Soledad")
Para completar mi horror, el pibe me dice: "Te tocó atrás por ahora. Subí". Entonces me abre la puerta de atrás de la Land Rover y me muestra la butaca que tenía asignada.
Mi pregunta era "cómo cazzo llego hasta ella!!!??"
Es cierto, tengo 86 kgs. menos y a veces sigo pensando como gorda. Es decir, me parece que no voy a entrar en un asiento, o que una ropa no me va a ir, pero ésta era la "real realidad"... con mis patas de un km de extensión nunca lo lograría!!
Subí a lo que sería el baúl y quedé agachada para luego extender mi pierna derecha como ave zancuda y ahí quedé trabada. Por un momento pensé que me abriría de piernas al estilo Eleonora Cassano, pero no. No sé cómo me contorsioné y logré encallar en el asiento... aplausos para Cary!!! Eso sí, ahí quedé. Desconocía cómo iba a salir de esa especie de "incrustación"!!
Mi situación me recordaba a esos elefantes de circo, enormes, cuando los hacían pararse con sus cuatro patas sobre esos pequeños banquitos.
A duras penas me coloqué el cinturón de seguridad y partimos.
Primera parada, para ver el valle... ¿quién me manda??? El pobre pibe que iba a mi lado (uno de los guías) pensó que sería más simple si salíamos por el asiento de atrás. ERROR: al insecto zancudo se le trabó una pata y de reversa y a duras penas pude sacar mi osamenta cuarentona del móvil.
A esta altura comencé a consultar el reloj para saber cuánto faltaba para regresar...
Pero como siempre hay un alma caritativa, la chica argentina ofreció cambiar mi asiento y quedarse con el novio en la tercera hilera. Por poco le beso los pies!!!! Y así pasé a la hilera del medio, de acceso más fácil, pero... (siempre hay un pero) hilera de tres asientos, así que íbamos apretados como sardinas en lata, encogidos los hombros de modo que creo que mi seno izquierdo estaba sobre mi brazo derecho y viceversa, pero al menos podía subir y bajar sin contorsionarme!!
Llegamos hasta un lugar donde bajó el guía que iba sentado a mi lado porque era el encargado de hacer el asado y se quedaría en el refugio, en el bosque. Fue una liberación para él y para mí, que ya había comenzado a perder la sensibilidad de los hombros!!
Cuando ya me estaba relajando, el guía anunció que si el tiempo acompañaba, haríamos una pequeña navegación en bote. ¿¿¿Qué??? Nadie me había dicho eso antes!!
En todos estos cuarenta y pico años de vida he mejorado mi resistencia estomacal a los viajes terrestres (recordemos que era una pseudo-vomitona cuando era chica y mi madre se ha pasado viajes enteros caminando conmigo por las banquinas de las rutas, hasta que mi estómago se reacomodara), pero a la vez desarrollé una fuerte animadversión a las travesías por agua. Como que me desequilibra el nivel de agua de mi cabeza y no lo puedo soportar!!
Entonces pensaba: ¿cómo estaría el lago? ¿cómo sería el bote? ¿cómo subiría al bote? ¿me tendría que sentar en el piso del bote? ¿cómo bajaría del bote?... sólo pensar en las posibilidades hizo que se me erizaran los pocos pelos que me quedaban tras padecer el viento fueguino.
Comencé a desear con ansias que el clima cambiara de repente y se cancelara la navegación!!!
Abandonamos la ruta y tomamos un camino de tierra hasta la castorera. Allí bajamos para caminar un poquito en medio de la destrucción que ocasionan estos pequeños bichitos y al finalizar la caminata el guía preguntó quién quería ir al baño.
Yo no tenía ganas, pero pensé que si no iba en ese momento tal vez pasaría mucho tiempo hasta tener otra oportunidad. Así que me anoté, junto a los demás. Creo que todos pensamos que habría baños, o alguna estancia o refugio cercanos. Pero entonces el guía indicó detrás de qué matorrales podíamos hacer pis. Y ahí se terminó el espíritu aventurero de mis compañeras mujeres, que regresaron a la nave.
En eso me ayudaron mis 40 y pico, porque ya no temo que me vean el culo o se me llene la "cotorra" de hormigas coloradas. Y en medio de los yuyitos tuve que resignarme y orinar...
Subimos nuevamente a la 4x4 y arrancamos por LA RUTA... así, la ruta de mierda preparada para la travesía. 
Qué les puedo decir... a mí me encantó!!! Pasamos por barro, agua, pozos, subidas, bajadas pronunciadas... sólo que me salía de la vaina para manejar yo!!!!
No tuve miedo en ningún momento, a diferencia de la pobre tana, quien mientras su novio tomaba fotos a mansalva, miraba quietecita y blanca como papel, preguntándose por qué cazzo tuvo que acompañar a su cónyuge en esta travesía!
En lo único que yo pensaba era en que no nos fuéramos a quedar por ahí (ni en broma!) y tener que llenar de barro las quintiúnicas zapatillas que tenía, además de tener que pisar ese asqueroso barro chocolatoso ajjjj (Muy lindo el turismo aventura, pero siempre y cuando no me levantaran de mi asiento ni tuviera que mojar mis pies!!)
En un momento nos detuvimos y el guía pidió las cámaras para tomarnos unas fotos asomados de las ventanas. Así que abrimos las puertas y nos asomamos para la ocasión. En eso, el muy hijo de puta sacó el freno de mano (estando él afuera, se entiende??) y empezamos a ir lentamente cuesta abajo.
El tano manoteó el volante mientras el guía se destornillaba de risa y caminando hacia atrás delante de la camioneta, tomaba fotos a los cinco boludos cagados de terror!!! (fue genial!)
La travesía terminó dentro del lago Fagnano, con respetable oleaje y un paisaje brutal, lavando la camioneta.
Hicimos un trayecto para detenernos en un claro y emprendimos la caminata por el bosque para llegar al refugio donde almorzaríamos.
Fue una caminata rara, porque además de sortear las innumerables raíces, rocas, ramas, etc. del piso, la estábamos haciendo sobre turba. Así que era como caminar sobre arenas movedizas, sobre esponja. Por momentos parecíamos caminantes lunares (o cagados, con las piernas abiertas para no ensuciarnos más)
En 10 minutos llegamos a la playa del Lago Escondido. Entonces el guía anunció que el clima era inmejorable, que el lago estaba planchado y buscarían el gomón para navegar.
¡¡¡Mierda!!!
Llegamos al refugio y allí nos esperaba el otro grupo que había viajado en la otra camioneta. Dos familias cuyos padres eran de mi edad.
Confieso que me sentí mucho mejor y no tan ridícula como me había sentido hasta entonces.
En unos minutos que estuvimos con ellos me sentí tan cómoda!!  No era que los de mi grupo no tuvieran onda, pero la tana no hablaba español, el tano algo, a los ponchazos. Y eran dos parejas... ustedes saben cómo es con las parejas, sólo se relacionan con parejas. Nadie hablaba conmigo!!!
Y encima parecía que yo estaba con un imán para atraer problemas (o bien no estoy hecha para la vida tan contactada con la naturaleza!!) Me senté en la larga mesa de madera, procurando el extremo del banco para no hacer el efecto sube y baja (y pasar el papelón de levantar el tablón apenas me sentara... sí, lo sé, es mentalidad de gorda!!) y entonces puse una de mis manazas en la mesa y salió disparada la botella de vino, derramándose sobre el banco.
La manoteé antes que cayera del todo y ante el ridículo sólo atiné a hacer la "gran tía Zulma" y mojando los dedos en el vino tinto (brebaje que me resulta asqueroso sólo de olerlo), dije "alegría, alegría" (vieja ridícula!!)
Entonces nos ofrecieron ir al baño. Mis compañeras accedieron porque ya no daban más de retener líquidos. A los hombres les indicaron los matorrales y a nosotras nos mandaron a una casita que se veía entre los árboles, explicándonos que teníamos que tirar el papel en un cesto y arrojar agua con un balde ex post facto.
Yo ya esperaba cualquier cosa, pero grande fue la sorpresa de mis compañeras al ver que el baño... no tenía puerta!!!!!!! Era una plataformita de madera con un asiento de inodoro encima y piedras debajo, pero sólo estaba rodeado de tres paredes de madera (como en mis peores pesadillas). Sólo me arrepiento de algo... no haberle tomado una foto!!
Nos sirvieron una picada, choripán y asadito con ensalada. 
Con el choripán aún en la mano el tano declaró que con eso era suficiente para él. Y entonces pensé en lo chanchos que éramos los argentinos de comer tanto. Ellos, los europeos, tan mesurados, tan cuidadosos... pero yo dejé medio choripán (y el resto lo comí sin pan) y sólo comí medio pedacito de carne. El tano engulló la picada, el choripán, tres pedazos de carne, mi pan, cebollas asadas y postre!! Seguramente el aire del bosque le abrió su educado apetito europeo.
Después del postre y los cafés, partimos hacia la playa... y ahí casi pido una bolsa para respirar dentro tratando de controlar mi ataque de pánico.
En eso apareció el guía que se había marchado, con el gomón... ¿¿¿cómo se sube a esa máquina???
Nerviosa estudié cada tramo del improvisado muelle y dónde pondría cada pie... después hice cualquier cosa, desde luego!! Pero fue simple, más simple que subir al asiento de atrás de la 4x4.
Hizo un frío de cagarse, pero el paseo fue lindísimo!!! y terminamos en otro muelle enclenque, que pude cruzar exitosamente. Así que primera prueba, superada!! (a pesar de los tropiezos)
Cuando llegué a Ushuaia decidí premiar mi valor con un rico café con coco (una especialidad que desconocía) y una porción de lemon pie. 
Estaba delicioso!!! pero no sé si fue el coco con el café, la torta, o los nervios acumulados durante el día, que casi no llego al hotel!!! Me instalé en el baño y no me podía levantar del inodoro!!! Fue una mezcla de mis peores diarreas pre-examen en la facultad con las del post operatorio bariátrico!!!
Pese a ese descontrolado final, fue una maravillosa experiencia, que casi casi me hace sentir preparada para todo. Incluso mi soñado vuelo en parapente!!!