viernes, 2 de diciembre de 2016

Viaje sin destino



Grecia siempre fue uno de los sueños de mi vida. Todos esos sitios históricos, esas playas soñadas, las islas coloridas... y por alguna u otra razón el viaje siempre se pinchaba. Fechas, vuelos o cuestiones laborales impedían que ese sueño largamente postergado se hiciera realidad.
Finalmente fijé fecha para octubre. Era fuera de temporada y, con suerte, con un calor tolerable en esos sitios de veranos infernales.
Contraté un vuelo a Roma con conexión a Atenas y conseguí mis vacaciones en esa fecha. Mi sueño al fin iba a concretarse!!!
Tuve un traslado perfecto hacia Ezeiza. Llegué con suficiente tiempo como para quedar tercera en la hilera para hacer el check in y despachar mi equipaje.
Pensaba en el tiempo del que dispondría, suficiente como para desayunar tranquila (a punta de pistola, porque ya sabemos cómo son los precios en el aeropuerto; pero desayunar al fin) y luego recorrer con calma el free shop, para hacer algunas compritas propias y cumplir con encargos ajenos.
Llegué al mostrador con una sonrisa entre los labios. Todo iba de maravillas y estaba encaminado. Mas mi sonrisa se apagó cuando escuché: "Hay un problema con su vuelo"... CHAN!!! Realmente no lo esperaba.
Así, con la mejor sonrisa de empleada educada, la señorita en cuestión me explicó que había un paro de controladores aéreos en todos los aeropuertos de Grecia, por lo cual ellos no podían realizar la conexión a Atenas y aquel vuelo terminaría en Roma.
No podía dar crédito a lo que escuchaba!!!!!!... ¿qué hacer entonces?
Con mucha amabilidad me dijo que podía consultar a mi agencia de viajes y decidir qué hacer. Que regresara cuando tuviera una decisión tomada.
No podía articular palabra. Sólo miré con pesar la larga cola que había detrás de mí y no hicieron falta las palabras. Ella agregó: "cuando tenga la respuesta, sólo me avisa y pasa sin hacer fila".
Tomé el celular y estaba tan nerviosa que tuve que marcar tres veces hasta conseguir llamar a la agencia.
Pobre mi agente!!... como sabrán a través de este blog, yo suelo atraer los problemas y con alegría me había despedido de él el día anterior deseando no tener que molestarlo más. Y ahí estaba, sólo a horas de mi expresión de deseos, gritando como poseída al teléfono.
Me pidió un tiempo para hablar al mayorista, ver cómo venía la mano y colgué a la espera.
Entonces comencé a hablar con las personas que estaban en mi misma situación.
Había dos matrimonios mayores y una pareja de jovencitos.
La parejita joven parecía no acusar recibo de lo que estaba pasando. Iban a Roma y que el destino decidiera por ellos (Cómo quisiera nacer de nuevo y ser así!!!)
El matrimonio de mediana edad estaba al borde de un ataque de nervios. Él, a los gritos con la pobre empleada de la aerolínea; ella con el celular permanentemente al oído, gesticulando alocada.
Cuando les pregunté acerca de la decisión que tomarían, ella confirmó que cancelarían todo lo vinculado a Grecia y como tenían un hijo en Israel, cambiarían el pasaje por una conexión a Tel Aviv.
En ese momento deseé tener la posibilidad de hacer algo semejante.
El otro matrimonio mayor aún buscaba en el celular un número al cual llamar y, dadas las condiciones de desconocimiento tecnológico y falta de crédito, terminaron por no llamar a nadie y viajar hasta Roma, sin saber qué harían al llegar.
Con esas tres opciones en danza llegó mi llamado. La duración del paro era incierta, pero lo recomendable era viajar a Roma para estar al menos a dos horas de Atenas en caso de una solución.
Claro que ahí se abría un abanico de posibilidades: contratar un hotel en Roma, tratar de llegar por vía terrestre a Atenas (algo así como dos días de viaje), contratar otro tour en Italia (y pagar nuevamente, ya que la empresa que había elegido sólo hacía excursiones en Grecia) o bien ser la versión femenina de Tom Hanks en La terminal y quedarme a vivir en el aeropuerto hasta tanto todo se resolviera.
Despaché el equipaje hasta Roma y comencé a correr.
Había perdido demasiado tiempo y ahora todo estaba más pesado: controles, migraciones, colas eternas!!
Descarté el deseado desayuno y fui al free shop.
Empecé a arrojar cosas dentro del canasto, todo en un apuro sin fin, cuando recibo otro llamado de mi agencia respondiendo acerca de otra de las opciones que se me había ocurrido: había un vuelo a Bari (sur de Italia) y de ahí podía tomar un ferry para en 16 (sí, DIECISÉIS) horas llegar a Patras y de ahí aún restaban 120 km. a Atenas!!!!!!!! Era una locura, pero no dejaba de ser una opción.
Sin respuesta y con muchos nervios abordé el avión en horario.
Terminé sentada al lado del matrimonio de mediana edad que había cancelado su tour griego.
Ella, muy decepcionada, decía que el sueño de su vida era conocer las islas griegas (cuánto la comprendía!!!) y él un pesimista sin remedio.
A cada opción que yo tiraba, él se encargaba de quemarla: que el paro no se levantaría, que no podría tomar el ferry, que la agencia no me solucionaría nada, que no me devolverían mi dinero... en un momento temí que en un ataque de emoción violenta le clavara el cuchillo de plástico de la cena en un ojo!!!!!!!
Después de un bonito vuelo llegamos a Roma y al toque encendí mi celular y me conecté al wi fi. 
Tenía varios mensajes de mi agencia... habían levantado el paro!!!!!!!!!!!!!!!!!
Me dieron ganas de encontrar al pesimista del avión para enrostrarle que había tomado la decisión correcta, pero había algo más importante que hacer... CORRER!!!!!!!!
Tenía menos de dos horas para recoger mi equipaje, pasar por la aduana, hacer migraciones (porque había dejado de ser una pasajera en tránsito), trasladarme a otra terminal (a pata y con las dos valijas, porque el trencito sólo corría para pasajeros en tránsito), hacer el check in del otro vuelo, despachar el equipaje, hacer migraciones nuevamente y encontrar la puerta para embarcar!!!!!!!!!!!
Llegué con la lengua afuera y haciéndome pis, pero lo logré. Hasta tuve unos 5 minutos para comer un sandwichito y hacer sociales con la pareja mayor, que felices esperaban su vuelo a Atenas.
Allí comenzaba mi entrenamiento, preparando las piernas para todos los escalones, subidas y bajadas pronunciadas de la complicada geografía griega.
Y así comenzaba ese sueño largamente postergado... y vaya si valió la pena!!!!!!!!!!!