lunes, 2 de octubre de 2017

Los euros voladores


Como viajera frecuente, tengo una y mil historias de aeropuertos. Especialmente de abusos, en los últimos tiempos.
El personal aeroportuario se ha vuelto cada vez más paranoico y, en medio de esa locura, pasan por alto cosas elementales por inclinarse hacia trivialidades.
No suelo viajar con mucho dinero en efectivo. Utilizo más las tarjetas.
Tal vez eso forme parte de un "síndrome kirchnerista" mal curado, de las épocas en que tanto nos costaba conseguir moneda extranjera. Lo cierto es que trato de preservar los billetes como el Tío Rico, cuando guardaba las moneditas abrazándolas en su regazo.
No sé por qué en este viaje llevé tanta cantidad de efectivo. Quizá fuera porque hice las valijas con tanto apuro que hasta me dio fiaca desarmar el sobre en que tenía guardados los euros, para tomar sólo una parte. Lo cierto es que llevé una cifra de 4 dígitos bastante considerable.
Siempre guardo el dinero en mi bolso de mano. Jamás en la valija que despacho. Así me aseguro que siempre el dinero permanezca junto a mí.
Pero en este viaje no contaba con las autoridades aeroportuarias suizas, que trastocarían mi ritual hasta dejarme al borde de la locura (bueno, confieso que también yo contribuí... bastante!!).
Previo al vuelo Zurich/Frankfurt me pasó algo en los controles que nunca había experimentado: me hicieron abrir la valija de mano!!!
Es decir, me la mostraron ya abierta y comenzaron a sacar todos y cada uno de los artículos que había adentro: medicamentos, souvenires, balancita de mano... hasta medias y calzones!!
Revisaron absolutamente todo. No había ningún artículo sospechoso, sólo lo sacaron para joder nomás.
Volví a ordenar mis pertenencias y volví a cerrarla. En ese momento ni se cruzó por mi cabeza que ahí estaba el sobre con los euros!!!
Al llegar a la puerta de salida, alguien de la aerolínea se acercó a mí y me dijo que tendría que despachar esa  valijita. 
Pregunté el porqué, ya que siempre viajo con ella, es de la medida reglamentaria y -a mitad del viaje- no estaba excedida de peso.
No me supieron explicar; sólo me dijeron que debía dejarla al lado de la puerta del avión y ellos se encargarían de depositarla con el resto del equipaje ya despachado.
Lo primero que hice fue rescatar la netbook... no iba a despachar la computadora con el equipaje de bodega!! Y entonces recordé los dichosos euros.
En medio del tumulto que esperaba para abordar y, como pude, haciendo equilibrio sobre una butaca, revolví la valija entera sin poder hallar el puto sobre.
Desesperada desparramé ropa sucia y demás objetos, sin lograr dar con los malditos euros.
Cuando comenzó el embarque, cerré la valija, le puse el candado y me encomendé a todos los santos.
Para entonces sólo pensaba que me los habían robado en el control, o que me los podrían robar al dejar mi valija en la bodega.
Fue el viaje de dos horas más largo de mi vida.
Creo que no respiré hasta llegar a mi habitación en el hotel alemán.
Entonces, con la santa paciencia, fui sacando todo y colocándolo sobre la cama, para comprobar... que el sobre no estaba!!!!!!!!!!!
Maldije a los empleados del control, a la aerolínea y a la honestidad suiza!!!! Pensar en las cuatro cifras perdidas y en lo que me había costado comprarlo me volvía loca!!!!!
Y peor aún...  cómo sobreviviría con los pocos euros en efectivo con los que contaba.
Grité, lloré y puteé hasta el cansancio.
Entonces me lavé la cara y me dije "el viaje debe continuar" y sólo tenía una tarde libre para recorrer Frankfurt. No iba a permitir que esto lo arruinara.
Una vez que me tranquilicé, me di una ducha y abrí la valija grande para ponerme ropa más fresca. 
Y allí, entre las decenas de folletos que traía de Suiza... estaba el sobre!!!!!!!!
Sentí que el alma me volvía al cuerpo y me arrepentí de tantas maldiciones que había echado.
Lloré una vez más agradecida de haber encontrado los euros que creía perdidos en vuelo y de rabia, por ser tan despistada, impetuosa y cabrona.
Llené de besos el sobre, lo guardé en la caja de seguridad y, con la cabeza despejada, pude perderme en las calles de Frankfurt y disfrutar el paseo por las aguas del Main.

4 comentarios:

  1. Te imagino paseando por Frankfurt sonriendo tontamente (para los demás, claro)
    Una crónica con suspenso!
    Me encantó.

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  2. Qué momentos, Carina!!! Por suerte no te amargó el viaje porque no se lo permitiste.

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    1. No hay que permitir que el stress y la locura de los inconvenientes que se van presentando opaquen la alegría de conocer sitios nuevos y disfrutar el placer de viajar!!

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