Cuando originalmente planeé
mi viaje a Grecia, sólo pensé en la historia de Atenas y en conocer alguna de
sus paradisíacas islas. Mas una persona que ya había viajado me dijo: ¿cómo vas
a ir a Grecia y no conocer Delfos y Meteora? La verdad es que tenía idea de la
historia de Delfos, pero ni en sueños había oído hablar de Meteora, así que lo
googleé y quedé fascinada por ese paisaje casi irreal, con sus antiguos monasterios
flotando entre las nubes, como una prolongación de las montañas.
Encontré una extensión de
dos días de mi tour y lo contraté.
Hasta el momento había
tenido días lindos y días excelentes, sol a pleno!! por lo que pensaba que
Grecia era el lugar menos lluvioso del planeta, o bien no estaba en temporadas
de lluvia, hasta que amaneció esa mañana.
La densidad de las nubes iba
aumentando a medida que nos acercábamos a las montañas. Entonces la guía lanzó
la frase mortal de que allí siempre llovía, que era el lugar más fértil de
Grecia. De hecho me llamó mucho la atención cómo iba cambiando ese paisaje
árido por bosques y zonas cultivadas.
En realidad debería partir
desde el principio para relatar completo mi "padecimiento".
Partimos de mi hotel
puntualmente a las 8 y subí a un bus que iba con unas 20 personas, por lo que
elegí un cómodo asiento sola, sin nadie delante ni atrás, para así poder ubicar
bien mi metro de piernas sin molestias. Hasta pude elegir la ventanilla,
despejada de barritas divisorias que molesten a la hora de hacer fotos (pobre
ingenua!!)
Partimos, buscamos unas
personas más, hasta que nos detuvimos en la Terminal. Y allí sobrevino la
pesadilla: nombraron a unas seis personas que tendríamos que mudar de bus.
Cuando bajé un pensamiento se me escapó en voz alta: "ahora nos van a
amontonar en otro bus".
La guía me oyó y dijo
alegremente: "No, van a ir a un bus más grande".
Genial!!... entramos al bus
más grande, lleno hasta los portaequipajes!!
Afortunadamente encontré un
asiento doble y me acomodé: sola. Subieron más personas pero sólo quedaron dos
asientos libres, uno era el mío.
Viajé así hasta Delfos,
disfrutando de mi propia compañía. Y entonces la turra guía de turno anunció
que pasada la visita de Delfos, dejaríamos a 18 pasajeros y subirían 19, por lo
que quedaría un solo lugar libre y no sería el mío, ya que querían que el
último del medio que daba al pasillo quedara sin ocupar.
Eso ya me puso de mal humor.
Y la visita a Delfos agrió más mi humor resentido. En la parada previa ya nos
pidieron que lleváramos paraguas porque se esperaban lluvias fuertes.
Cada viaje a Europa tengo
que comprar un paraguas. Con éste voy por el tercero!! y si lo traigo en el
equipaje, seguro que es para cargar peso porque no llueve. Qué bronca!! Un
paraguas más!! pero lo importante era que no lloviera.
Comenzamos el recorrido por
el santuario de Delfos con nubes gordas pero sin que caiga una gota. La guía nos prohibió
hacer fotos para dar explicaciones y postergarlo para la bajada... gil!!!! a la
bajada llovía tanto que era casi imposible tomar fotos!! Encima, recién a la
noche advertiría que mi cámara estaba en modo “foto de paisaje nocturno” por
las fotos que había tomado la noche anterior, por lo que todo salió opaco y más
deslucido aún!!
Para cuando nos dio tiempo
libre, comenzó a caer agua.
Nos indicó que era
maravilloso subir hasta el estadio, en lo alto del santuario. En lo MUY ALTO!!!
Si la subida ya era
dificultosa, imaginen con agua!!... tratando de no mojar la cámara, con el
paraguas chorreando, mirando dónde poner los pies para no resbalar con esas
piedritas tan traicioneras… fue un calvario!!
Encima sin saber si
podríamos ver o no el dichoso estadio, ya que en días de lluvia cerraban el camino para evitar
accidentes!!
Creo que si hubiera hecho
semejante esfuerzo para llegar y encontrar el camino cerrado, me hubiera
convertido en Michael Douglas en “Día de furia”, aniquilando griegos!!
Pero no, afortunadamente el
camino estuvo abierto y pude tomar fotos de todo, excepto de mi cara, que era
una explosión roja de sofocación, cansancio y rabia, con el pelo chorreando pero
no por el agua de lluvia, sino de
transpiración!!!
Inicié el descenso con mucho
cuidado, ya que era más peligroso que el ascenso, pero apuré el paso para el
museo, donde nos esperaría la guía.
Éramos varios, todos los que
habíamos subido hasta el estadio, porque había sido imposible cumplir el
horario previsto sin tortearse contra el piso de un resbalón.
No encontrábamos a la guía.
Decidimos entrar por nuestra
cuenta al museo y allí estaba. Ya había comenzado las explicaciones.
Todo muy interesante, pero
era tal la cantidad de gente (empezando por
los más de 60 que éramos nosotros) más lo transpirada y chorreada que estaba,
que no pude disfrutarlo como hubiera debido.
Salimos y nuevamente al bus
hasta una taberna donde almorzamos.
Post almuerzo vino el
recambio de pasajeros y ahí sí me tocó compañía: una rubia con cara de orto que
vio de mala gana compartir el asiento conmigo.
Me hice todo lo chiquita que
pude. Es más, viajé contracturada para no molestar, pero los asientos eran
estrechos y todavía ahora no sé qué posición de yogui adopté para que mis piernas
entraran en ese diminuto lugar.
De ahí en más, lluvia,
niebla y curvas y más curvas.
Y yo, pobre tonta, que pensaba tomar fotos!!! Sólo hubiera podido
capturar gotitas de agua en los vidrios empañados.
Último asiento, mareada a
más no poder, enrollada para poder entrar... rememoré mi infancia cuando me
descomponía el transporte terrestre.
Sólo rogaba no tener que
vomitar porque ahí sí que sería el súmmum!!!
Llegamos al hotel después de
las 8 de la noche. Viaje largo y tedioso.
Conocí a unas españolas
macanudísimas que me invitaron a recorrer un poco el centro después de cena,
pero era tal el cansancio que sólo podía pensar en una ducha caliente y dormir.
Guindita en la torta: el wi
fi no llegaba a las habitaciones, así que envié un par de mensajes desde el lobby
y me retiré a cuarteles de invierno.
Fue una noche tormentosa,
con rayos, truenos y centellas, más la lluvia que caía a baldes!!! Sólo pensaba
que si seguía así el tiempo, que los demás subieran a los monasterios de Meteora,
que yo no arriesgaría nuevamente mi integridad física en escaleras mojadas ni
me empaparía más!!
Nos despertarían a las 7,
pero desconfiada como soy igualmente puse la alarma de mi celular.
Fue premonitorio!!!!! porque
a eso de las 6 me desperté para ir al baño, intenté encender la luz y nada...
habían cortado la electricidad!!!!
Me acosté nuevamente y a las
7 menos mal que sonó mi celular porque los teléfonos tampoco funcionaban.
Gracias a que esta vieja
chota siempre lleva una linternita en la cartera pude a tientas y con poquita
luz lavarme los dientes, peinarme y vestirme, para bajar a desayunar por las
oscuras escaleras.
Sé que están pensando...
¿luces de emergencia? Nooooo, no había!!! Ni luces, ni lámparas, ni velas!!!!
Así llegamos a desayunar,
todos iluminando con los celulares.
Habían preparado una jarra
con un litro de café... éramos dos grupos de más de 50 personas cada uno!!!!
Ofrecían café frío... ni loca!!
Así que con cafecito tibión
en la panza y todos peinados al estilo oscuridad, llegamos al lobby a esperar
que amaneciera. Cuando fue aclarando, volvió la luz.
Por fortuna no llovió
durante el paseo y pude subir todas las escaleras mojadas con cuidado pero sin
mayores riesgos.
En fin, los monasterios de
Meteora fue uno de los lugares más alucinantes que conocí en mi vida!!!!! Así
que a pesar de los contratiempos, la lluvia y los buses torturadores, puedo
afirmar que valió la pena.
Lo del hotel es fascinante... Si dicen que siempre llueve y es como un lugar que yo conozco que al toque se corta la luz, por lo menos pongan luces de emergencia!
ResponderEliminarPor suerte fue un solo día, flor de viaje, Cary!!
Increíble!! Cualquier hotel medio pelo de Argentina cuenta al menos con una luz de emergencia. Acá sólo tenían linternitas!!! Inconcebible...
EliminarTodas son anécdotas, historias que contar... besos!!
Por suerte ya estás de vuelta y con la satisfacción de otro sueño cumplido. Me alegro que hayas disfrutado de este maravilloso viaje, a pesar de las dificultades. Me quedo con la última oración y a seguir soñando que seguramente conocerás lugares bellísimos y pasarías por otros contratiempos, pero todo vale la dicha. Besos
ResponderEliminarSi no pasara contratiempos, no sería yo!! ja ja
EliminarLo bueno es cuando los contratiempos pasan a ser una anécdota graciosa en el contexto de una aventura inolvidable. Besos!!
Menos mal que te gustó, porque te lo recomendé sin saber que podía llover taaaaaaaaanto!!! Su L
ResponderEliminarTe agradezco infinitamente la recomendación porque es un sitio de los imperdibles de Grecia!! Maravilloso!!!!
EliminarBesos