jueves, 21 de julio de 2016

Un maratón en Pompeya


Vivo en Argentina. Estamos así como en el culo del mundo, lejos de todo. Los lugares más interesantes para visitar requieren al menos 10 horas de vuelo. Y lógicamente, una vez que estás in situ, querés hacer la mayor cantidad posible de cosas porque hiciste 10000 kilómetros, porque tus vacaciones son limitadas y porque no sabés si podrás volver algún día.
En mi caso, suelo elegir tours. En primer lugar, porque me gusta que me lleven. Amo conducir, pero vacacionar y manejar un auto para mí son incompatibles. El que está al volante no puede ver el paisaje. Y no me bancaría la tensión de ver qué salida tengo que tomar o cómo funciona un peaje sin personal de carne y hueso que lo atienda.
Obviamente tampoco elegiría el transporte público. No saber dónde bajar, horarios, dónde subir y demás, está bueno como aventura de un día pero en una quincena como que pierde la gracia.
Así elijo los tours, organizaditos y guiados, porque además me gusta saber información de los lugares que estoy visitando. Si no, es como estar frente a la proyección de una película con hermosas imágenes sin hilación, que no terminás de entender.
¿Por dónde anduviste? Y... no sé, había un puente hermoso, de hierro y de ahí cruzabas a un edificio que ocupaba manzana y media, estilo medieval, muy antiguo. ¿Qué era? No tengo la más puta idea.
No, no es mi estilo.
Pero andar en tour no es precisamente la octava maravilla y tiene sus bemoles. Una de sus peores desventajas (que a la vez es una ventaja) es cómo comprimen el tiempo. Ventaja y desventaja porque si bien te permite hacer más y más cosas, todo se convierte en una carrera inmunda contra el tiempo que conduce al agotamiento y al hastío.
En mi último viaje a Italia realmente me sentí cansada. Y no era para menos!!
Ensamblé dos tours, uno de Sicilia y sur de Italia con otro de Córcega y Cerdeña.
Sobre el final del primero cruzamos en crucero de una noche (detesto los cruceros!! Creo que son una creación del mismo Lucifer) desde Palermo y recalamos en Nápoles.
Allí  sólo pudimos caminar un par de cuadras, tomar un cafecito en el célebre café Gambrinus y admirar la belleza arquitectónica de las galerías Umberto (que, además de estar en refacciones, tenía todos los comercios cerrados,  obviamente, por la hora). Y esto fue lo único y lo mejor de esa abandonada ciudad llena de basura (literalmente, basura: pilas de residuos malolientes desparramadas por las calles!!)
Y así subimos a nuestro segundo hogar (digo, al bus) y partimos hacia Pompeya.
No puedo describir con palabras cuánta ilusión tenía de visitar las viejas ruinas sobrevivientes a la erupción del Volcán Vesubio!!!
Llegamos a las 9 y, antes de presentarnos al guía local, nuestra coordinadora anunció que tendríamos tiempo hasta las 13, hora en que partiríamos rumbo a Monte Cassino, otra de las paradas previas a nuestro destino final en Roma.
Yo pensé: 4 horas!!! Qué maravilla!!! Teníamos que regresar almorzados y con previo pasaje por los servicios (de desagote), pero aún así era un montón de tiempo!!!
Bueno, eso pensé en mi ingenuidad...
Al llegar, nos llevaron en masa a los toilettes y ya pichinaditos y listos, nos dispusimos a hacer la cola para entrar a las ruinas.
Cierto que la cola era larga, pero tampoco teníamos un millón de personas por delante; tal vez 15 minutos o media hora de espera y estaríamos adentro.
El sol estaba bien alto y el calor era abrasador. Comenzamos a sudar como si estuviéramos en clases de aerobics.
La cola no se movía, no avanzaba ni un milímetro.
Tras una hora de espera, mucho disgusto y quejas al por mayor nos enteramos que se les había roto el sistema!!!
¿No era mejor cuando había un viejito a la entrada arrancando tickets? La era de la computación sólo llegó para eso: para quedar sin sistema cada 2 x 3!!
Ahí empezó a manifestarse la disconformidad de esta pobre manada de víctimas. ¿Por qué no habían sacado los tickets de antemano siendo un tour contratado?
En algún momento se arregló lo informático, pero aún así había UNA SOLA persona que atendía la taquilla y no avanzábamos.
Es más, veíamos a gente que había llegado después, pasar alegremente delante de nosotros.
Ante nuestras preguntas insistentes el guía local nos informó que pasaban porque tenían un guía que había sacado las entradas "en masa".
¿Y nosotros qué teníamos en lugar de guía?... ¿al oso Yogui?
Cuando este pedazo de abombado nos avivó que podíamos hacer eso, rápidamente salimos de la cola y juntamos el dinero. En unos 15 minutos estábamos adentro. Claro que a todo esto ya eran las 10:30. Habíamos perdido una gloriosa hora y media en NADA.
Como consuelo nos dijo que de todos modos haríamos el tour  que teníamos previsto, sin corridas ni presiones.
Ajá, entonces la hora de salida de las 13 se movía, ¿no?... ¿No?... no.
La experiencia dentro de la ciudad vieja de Pompeya fue algo alucinante!! Nunca pensé que pudiera ser tan interesante y grandioso. Me fascinó!!! pese a que, por supuesto, hubo cosas que no pudimos ver por las colas que había para entrar. No disponíamos de tiempo extra.
Terminamos el recorrido a las 12:40 aproximadamente, lo que significaba que teníamos unos 20 minutos para ir al baño, comer y comprar algún recuerdo del lugar.
¿Qué me quedó por hacer? comenzar a correr!!
Primero lo primero: el toilette, que por supuesto no estaba vacío. Mientras los hombres entraban y salían del baño de caballeros, las mujeres hacíamos colas interminables. ¿Por qué no habrá baños unisex en los lugares turísticos?
Salí de ahí y pensé en comer algo al paso. Vi unas pizzas tentadoras que servían en el momento y se me ocurrió que era la mejor opción.
En una mano la latita de gaseosa y en la otra un platito con media pizza (sin cortar!!) y a comer caminando!!
Hay souvenirs que llevo de cada viaje: un imán y una bola de nieve (sí, esfera de nieve o globo de nieve, como se llame; me gusta decirle bola ¿y qué?) con el nombre del lugar.
Recorrí cada uno de los puestitos callejeros, a unos 60 km/h y no encontraba nada que me convenza (sí, porque no es cuestión de comprar cualquier cosa; me tiene que gustar)
Había visto otra hilera de puestitos callejeros al llegar. No estaba lejos (pensé) y comencé a correr para allá (todo esto con pizza y gaseosa en mano)
Pues estaba más lejos de lo que pensé y, para mi desilusión, no era más que un mercado de cosas usadas. 
Con desilusión regresé al lugar anterior y compré lo que más se acercaba a mi "bola deseada" (ya tenía el imán).
Había corrido tanto que quedaban unos 3 minutos para las 13. 
Y en eso, en un puestito callejero veo un dije de cristal de murano con el árbol de la vida, colgando de una cadena. Tenía fondo azul y muchos colores que brillaban a la luz del sol.
Fue amor a primera vista.
Lo hubiera comprado ya, pero no sabía si iba a entrar en mi grueso cogote.
Con la pizza y la gaseosa no podía probármelo, así que con la boca llena y lenguaje de señas pedí al vendedor que me lo colocara.
Haciendo malabarismos logré verme al espejo. Estaba hecho para mí.
Entonces tenía que pagar!!!
Era un puestito callejero y no tenía dónde apoyar mis cosas.
Pues terminé encajándole la pizza al vendedor, para revolver en mi cartera y terminar la transacción.
Corriendo una vez más, con el último bocado de pizza en el garguero, la gaseosa caliente, pero luciendo un hermoso dije colgado, llegué sofocada al bus. Sólo 5 minutos después de lo convenido (Y conste que no fui la última!!)
Deposité pesadamente mi trasero en el asiendo y enfoqué las dos salidas del aire acondicionado a mi cara, roja como si me hubiera azotado al sol.
Eso sí: había logrado todos mis objetivos en tiempo record!!!

4 comentarios:

  1. Corriste, pero conseguiste tu objetivo. Doble placer poder contarlo con orgullo y alegría! Felicitaciones!!! A seguir viviendo historias como éstas y algunas un poco más tranquilas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tranquilidad encontraré cuando la parca me lleve!! Por ahora a vivir todo intensamente!!!!!
      Besos

      Eliminar
  2. Me hubiera gustado una foteli de ese momento sublime que fue el tipo sosteniendo la pizza y vos, como Minguito Tinguitela, revolviendo para encontrar la plata,jajaja!!
    Espectacular relato de un tour en el que no faltó nada!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, tendrías que haberme visto!!! de cachetes colorados, haciendo malabares, pero sin soltar la pizza!!! no no no ja ja
      Besos!

      Eliminar