miércoles, 13 de abril de 2016

Una cena con estilo en Taormina



El de hoy ya pintaba ser un día agotador. Día de viaje. De ésos que recorrés cientos de kilómetros y para hacerte creer que no perdiste el día al divino botón, inventan un par de lugares para parar y hacerte estirar un poco las piernas y tirar una decena de fotos.
Pues bien, lo acepto como parte de las reglas del juego.
Después de 11 horas sobre el bus, trayecto por agua incluido, al fin pisamos territorio siciliano y llegamos a la soñada Taormina.
De más está decir que el paisaje era deslumbrante, después de ver la belleza del mar Tirreno ahora nos maravillaba el Mar Jónico, que al menos así era en mis tiempos de secundaria. Ahora parece -según dichos de nuestra guía- que la Real Academia está intentando borrar la J de nuestro diccionario, así que el mar pasó a ser IÓNICO, algo que me remite a biónico, como una cosa tecnológica que nada tiene que ver con estas aguas azules. Un horror.
Contó que a los niños en el colegio ya les enseñar a hablar de eneryía, porque al parecer la pronunciación de la J o G es agresiva... que vayan a freír buñuelos!!!!
Pero no nos vayamos de tema y volvamos a la soñada Taormina.
Un verdadero paraíso, pero es tan pequeña que los hoteles están fuera de la ciudad. El nuestro, pá no errarle, está situado a unos 10 kilómetros. Sí, me recordó a Villa La Angostura.
Pero al verlo, lejos de enojarnos, nos quedamos admirados, porque se trataba de una construcción en bloques hecha en la piedra de la montaña con vistas espectaculares al mar. Cada habitación tiene vista al mar, algo que al menos para mí es maravilloso.
Claro que todo no puede ser tan paradisíaco.
Apenas llegamos se nos informó que tendríamos que dejar todo el equipaje para ser transportado en unas combis a las habitaciones, ya que subir y bajar de la montaña con el equipaje se nos complicaría. Hasta ahí todo perfecto.
A nosotros también nos llevarían en las combis, pero previamente teníamos que cenar, ya que la cena estaba contratada e incluida y se servía a las 19:30. Eran las 19:15. No tenía sentido ir a las habitaciones sólo para hacer pis y lavarnos las manos, ya que no nos quedaría tiempo para otra cosa.
Lo acepté con resignación, mientras otros comenzaron a quejarse a viva voz. Que la cena era muy temprano, que querían ducharse, que no podían obligarnos a estar allí sin ir previamente a nuestras habitaciones.
Hice oídos sordos a las quejas; es más, me parecieron desatinadas ya que nos habían recibido con tanta cordialidad y fui al baño del lobby.
Acto seguido me encaminé hacia el segundo piso del hotel al restaurante.
Allí encontré un par de compañeros de viaje tomando fotos y realmente flasheé con el paisaje. Balcones que daban a los jardines y al mar. Un verdadero espectáculo para los ojos y el alma. No sabía adónde apuntar primero con mi cámara.
Entonces dije a uno de mis compañeros de viaje: ¿cómo esta gente se puede enojar tanto en un paraíso como éste? Si todo es solucionable.
Y de repente recordé el Caribe y los problemas caribeños y una nube me atravesó la razón. Pero despejé mi cabeza y seguí tomando fotos.
Mi compañero entrerriano coincidió conmigo.Nada podría hacerte enfadar ante un paisaje tan bello. Anochecía sobre el mar Jónico, Iónico, Biónico o como carajo quieran ahora llamarlo y era algo digno de ver. Yo era una privilegiada de estar allí para presenciarlo!!!
Con una sonrisa en los labios seguí caminando pese al cansancio y un tano me llamo para subir más escalones. Entonces me mostró la piscina... de ensueño!!!!!! y con vista al mar. Todo era hermoso y perfecto.
Llegué al restaurante. Varios de mis compañeros de viaje ya estaban ubicados en las mesas. Me senté con un matrimonio rosarino y al rato nos trajeron un plato con algo para picar. Todo perfecto y riquísimo.
Al rato nuestro mozo, un muchacho simpático y sonriente, nos dejó el menú.
Al tratarse de un menú estipulado, había dos opciones de cada plato: entrada, primer plato, segundo plato y postre. Teníamos que elegir.
Y entonces sobrevino la catástrofe. Nunca más vinieron a tomar la orden!!
Se llenaron las mesas con los 43 pasajeros de mi bus y había sólo dos camareros (una chica con cara de orto, desbordada por la cantidad de gente; y el tanito simpático, que reía como un pelotudo cada vez que lo llamábamos, casi con sorna, burlándose de nosotros)
Nos habíamos sentado a las 19:30. Eran las 21 y seguíamos sin poder ordenar!!!!!!!!!
Ahí perdí toda la buena onda, entré en brote psicótico y se me volaron todos los pájaros de la cabeza.
Nadie nos daba bola. 
Algunos fueron afortunados de poder pedir el primer plato, otros más afortunados iban por el segundo, pero tres o cuatro mesas seguíamos esperando ordenar tras una hora 15 de espera!!!!!
Mi compañero entrerriano también había perdido los estribos y al carajo la belleza del lugar, la buena onda y el paisaje. Teníamos hambre, llevábamos 12 horas de viaje en las costillas y no nos habían dejado ni siquiera bañarnos para respetar el horario de cena de las 19:30 que ellos no habían respetado.
Llamé a la coordinadora antes de organizar el cacerolazo y ella dijo que ya había hablado. Le pregunté por un encargado y/o gerente y me respondió que precisamente había hablado con el encargado y éste alegremente le había respondido que era el personal con el que contaban.
Que´deja vú!!!... volvía al Caribe estando en Europa!!!!!!!!!
A ver, ¿qué tanta agilidad se necesita para tomar órdenes de menúes preestablecidos y preparados con antelación. Era cuestión de decidir y listo, que todo ya estaba preparado!! Distinto era elegir entre 30 o 40 platos de una carta!!!
Por supuesto que estaban las "mujeres provenientes de esas ostras marinas de las que se sacan las perlas" de siempre, que se pusieron a cuestionar los menúes y pedir uno con partes del otro y demás, entre que el idioma no se entendía. Y encima las atendían a ellas y no a nosotros que estábamos todos decididos!!!!!
Cuando ya me iba a ir a la cama sin comer, manoteando los grisines que me había comprado a la tarde, mi coordinadora fue por enésima vez a la cocina y les cantó las 40 organizando todo. Salieron con los platos en las manos y sobre la marcha elegíamos.
A esta altura la calentura me había quitado el hambre, pero pensé que más tarde volvería, así que comí el antipasto de entrada (que estaba tan picante que terminé como un dragón escupiendo fuego), salteé las pastas del primer plato (estoy algo así como repodrida de las pastas) y opté por la carne con verduras grilladas del segundo, que terminó siendo carne con puré de papas, pero no había tiempo para quejas o nos iríamos de ahí a las 2 de la mañana!!
Mi carne hacía muuuu cuando la pinchabas y chorreaba sangre (si hay algo que detesto es la carne cruda), pero cerré los ojos y tragué todo pensando en lo bien que eso le haría a mi anemia.
Por último vinieron las frutillas con crema. No les miento. Habrán sido tres frutillas casi molidas para que aparentaran ser más, con crema de ésas que vienen en aerosol. Viva Coronda, carajo!!
Lo peor del caso es que mañana también cenaremos aquí. ¿Habrá que llegar a las 5 de la tarde, o lo sucedido les servirá para aprender a organizarse?
Hagan sus apuestas, señores... yo por el momento sólo quiero dormir. Sé que cuando mañana abra mi ventana y vea ese hermoso mar azul toda la bronca pasará a ultimísimo plano.

3 comentarios:

  1. UPDATE: Hoy por la noche sirvieron cena buffet... cada uno se sirvió lo que quiso y fue ágil y organizado.
    Nos regalaron una copa de vino para compensar el mal rato de ayer.
    A mí no me gusta el vino y pedí cerveza. Me la cobraron!!

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  2. ¡Qué mal! Hoy se quisieron ahorrar problemas pero evidentemente les falta mucho que aprender en atención al cliente.
    Relajate, sacá fotos, disfrutá el paisaje y cuando vuelvas quejate en la empresa de turismo y decile a todos que hagan lo mismo. Si podés, dejale una mala nota en páginas de viajeros como Trip Advisor para que no los contraten más.

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  3. Qué comiste a la noche? Al menos mejoró el servicio. Eso es bueno. Seguí disfrutando. Besos

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