domingo, 10 de abril de 2016

Todos los caminos no conducen a Roma



Interrumpo mi relato de las pasadas vacaciones cubanitas, para trasmitir en vivo desde mi último viaje: aquíiiiii Romaaaaa!!!!
Tal vez no era tiempo de hacer un viaje, tal vez me estoy poniendo vieja. Lo cierto es que un mes antes de la fecha de mi partida, me atacó espolón en un talón (para quien no sabe qué cornos es, se trata de un crecimiento cálcareo en el hueso del talón. Algo así como la espuela de un gallo, pincha y duele como la merdeeeeeeee) Lo cierto es que de caminar rengueando para no pisar con ese talón, me dio tendinitis en la parte del tobillo. Y así pasé los últimos días, medicada y con rehabilitación.
Y me sentía mejor... hasta mi llegada a Italia.
Conocí Roma cuando tenía 16 años y no me gustó. No me gustó nada. Pero teniendo en cuenta el que era amor de mi vida en esa época, creo que desconfío un poco de mi discernimiento a esa edad, por lo que decidí darle una segunda oportunidad. Eso sí, sólo un día. No más.
El viaje comenzó con una noche sin dormir, porque mi traffic hacia Ezeiza (ay, qué afortunados son los porteños!!!) salía a las 4:30 de la mañana y tenía miedo a quedarme mosca. Y siguió con otra noche durmiendo poco, porque en los aviones no suelo pegar un ojo.
Y así, con sueño de dos días acumulado, llegué a Roma a las 6 de la mañana.
El transporte me llevó al hotel y por fortuna, a pesar de la hora, me entregaron la habitación. Aleluyah!!! aunque no tendría mucho tiempo para descansar si quería aprovechar el día.
Porque, para comenzar, tendría que llegar al casco histórico, ya que el hotel era precioso pero casi casi estaba en la Toscana!!!!!!!! Hasta el canto de los pájaros de oía. Era como estar en el campo.
Entonces me explicaron cómo llegar a lo que sería mi centro de operaciones: Ciudad del Vaticano.
Tenía que caminar unas cuadras, tomar un ómnibus y luego un metro. Faltó un helicóptero y probaba todos los medios de transporte!!!
Quien dijo que todos los caminos llevan a Roma, evidentemente nunca pidió instrucciones a un romano.
Primero, que me entiendan fue más difícil que comunicarme con los rusos!!
Nadie entendía español y nadie sabía inglés. Y tampoco comprendían lenguaje de señas. Y cuando comprendían lo que yo preguntaba, todo lo que hacían era darme instrucciones ambiguas o contradictorias: siga derecho, doble siniestra, no... diestra!! 
Después de preguntar a 5 romanos logré munirme del ticket para el bus y encontrar la parada. Pero no llegaba!!
Ahí, gracias a un españolito que también llegó a sumarse a la espera, me enteré que los domingos los colectivos urbanos salían una vez por hora (oh, primer mundo!!)
Al fin llegó, lleno de gente y una mujer me indicó que era la segunda parada. Pero había una pequeña diferencia entre el nombre verdadero y la parada que anunciaban.
Con temor bajé en la segunda y de inmediato encontré el metro. Entonces pregunté por el que iba a la estación Ottaviano. Una negra de trenzas hermosas me dijo que era esa línea y me ayudó a sacar el pasaje en la máquina.
Pero como soy insegura, al bajar pregunté a otra mujer, y ella muy fresca me dijo que estaba en la estación equivocada!! Pensé si acaso no había bajado mal en el colectivo. Nuevamente pregunté y me afirmaron que sí. Dos a uno, me subí en el próximo metro. Era el indicado!!!
Y ahí comenzó mi periplo.
No me costó nada encontrar el camino a San Pedro. Pero justo ahí comenzó el dolor agudo en mi pie.
Volvió la renguera y el dolor fuerte.
Con orgullo había puesto en un dosificador las pastillas para todo el día (vitaminas, anticonceptivos, etc.) y justo faltaba... sí, el antiinflamatorio!!!!!!! Estaba demasiado lejos para regresar.
Y tenía otra misión por delante. Había olvidado lo fundamental en Europa: el adaptador para cargar las baterías de todo (cámara, celular, netbook, etc.)
Esa misión me llevaría todo el día, hasta que pude ver el dispositivo en cuestión y tomarlo yo misma sin más explicaciones!!
El Vaticano hervía de gente, lo que atentaba contra mi fobia social... los hubiera aplastado a todos!!
Lo que me llamó la atención es que eran un 90% italianos y 10% japoneses (que están en todos lados) No se escuchaban otros idiomas.
Colas para todo, gente muy devota pero que te atropellaba y empujaba para pasar, monjas avanzando de rodillas pero no dando un solo pedazo de pan a la enorme cantidad de pordioseros que pedía en la plaza, voluntarios que organizaban a la gente y maltrataban a todo el mundo,  La última decepción de la caridad cristiana me la llevé con una señora que se sentó a mi lado frente a un negocio y rápidamente se hizo de un imán que había caído al suelo, metiéndolo en su bolso, después de haberse persignado y orado dentro de la basílica.
Decidí continuar.
Mi idea era recorrer todo lo posible, porque a Roma hay que caminarla, dicen, pero mi pie estaba muy resentido. Más que resentido.
Como dije, dudaba de mi opinión de 30 años atrás, pero confirmé que no regresaría a esta ciudad. Fundamentalmente por tres cosas: su desorden, el estado de descuido de monumentos y edificios hermosos y el despelote de gente.
No se podía avanzar entre la marea humana. Y encontrar los lugares, aún con indicaciones y mapa en mano, era casi una misión imposible.
Estuve horas buscando Piazza Navona.
No soy una luminaria, pero me jacto de no perderme fácilmente y entender los mapas... todos, excepto los romanos. Las calles no llevaban el mismo nombre en el mapa que en las paredes y las indicaciones de la gente parecían de bipolares!!
Así y todo hice todo lo que pude, pero no llegué al Coliseo. Era demasiado para mí!! Estaba tan cansada, que paré a almorzar en un restaurante para ir al baño y pagué y me fui sin ir!!!!!!!
Por último hice un plan: tomaría un taxi hasta Piazza di Spagna y de ahí tomaría el metro hasta la parada donde hoy lo había tomado a la ida y luego, para no esperar un bus que tardaría en llegar, tomaría un taxi hasta el hotel.
Era el plan perfecto para un pie que ya no funcionaba ni a cuerda.
Así que esperé un taxi... esperé, esperé... todos estaban ocupados!!!!! Pensé que eso era patrimonio de la ciudad de Santa Fe. Pues no, acá también conseguir un taxi era más difícil que sacarse los 6 puntos del quini.
Finalmente uno paró y subí feliz.
Dio vueltas, vueltas, vueltas, explicándome como le salía, que debido a una puta maratón todas las calles estaban cortadas. Intentó entrar por varios lugares hasta que desistió... y me dejó a unas 10 cuadras!!
Creí que me iba a largar a llorar. Mi pie no resistiría 10 cuadras más!!
Pero mi fuerza de voluntad me permitió llegar y encontrar el metro. Tuve que preguntar a 10 personas y desempatar con 5 más, para saber si era el metro correcto. Lo era.
Ahora sí me sentaría hasta mi destino.
Pues no. Cuando llegó estaba atestado de gente!!... viajé parada. Casi hasta la última estación.
Cerré los ojos a cinco escaleras mecánicas (soy fóbica) y al fin aparecí en la calle.
Compré unos sandwiches y agua para no volver a salir y me dispuse a esperar un taxi...no aparecía uno vacío ni en figuritas!!!!
En un momento dado creí que iba a tenderme en medio de la avenida y clamar por ayuda!!
Casi una hora después de mi plantón, encontré uno. Si me cobraba 100 euros también los hubiera pagado.
Subí y en cuestión de minutos estuve en el hotel.
El último esfuerzo.. subir al quinto piso, encontrar mi habitación en medio de ese enjambre de números y descansar al fin!!!!!!!
Llego y... la tarjeta se había desmagnetizado.
Ahí me puse a llorar. De verdad. De frustración!!!
Tuve que bajar a "remagnetizarla" y requerí de un último esfuerzo para regresar y llegar hasta la cama.
En fin, mañana será otro día. Seguiré en Italia, pero lejos de Roma. Tal vez con gente más centrada, o ubicada, o predispuesta... en fin, mañana será otro día.

10 comentarios:

  1. Espero que sí, que mañana todo se vea menos complicado. Igualmente, estás en un lugar soñado. Mis bendiciones para los próximos días. En otro post nos podrías contar cómo es exactamente el paquete turístico que adquiriste. Por qué siempre tan lejos de todo está tu hotel de destino? Seguí disfrutando. El cielo turquesa me encantó y potenció la belleza de las fotos. Seguimos en tonos grises por acá. Besos!!!

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    1. Y hoy fue otro día nomás. Mi pie se portó bastante mejor y pude recorrer bastante ese paraíso natural que es Capri.
      El cielo sigue turquesa, así que a disfrutarlo!!!
      Besos

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  2. Espero que después de muchas horas de sueño te sientas mejor. Yo estuve en Roma por última vez a los 35 años, cuando era joven, sana y mucho menos gorda, y de todos modos me quedaron los pies hechos percha de tratar de moverme por Roma. Y un domingo es insalubre. Recuerdo haber caminado como una hora antes de encontrar un negocio abierto que me vendiera una miserable Coca Light. No tuve que lidiar con las hordas porque siempre viajo en enero (aunque ahora quién sabe), pero es cierto que es un garrón. Pero ya ahora te toca tour, ¿no? Ojalá venga más descansado. Besos!!!

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    1. Bueno, ahora todo está abierto en Roma un domingo, pero la cantidad de gente es algo que raya lo insano. Yo creo que incluso en enero debe estar así esa ciudad.
      Ahora ya estoy en tour, de esos ezquizofrénicos que yo tomo, así que resignación y coraje!! ja ja
      Besos

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  3. Mama mia, me agote de leer todo lo que hicisteeee, A descansar!!!

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    1. Las horas de sueño no fueron suficientes, pero ya habrá tiempo para dormir en Argentina (espero que no en la oficina ja ja)
      Ahora ya casi son las 11 y debería estar durmiendo. Mañana 6:30 arrancamos con otro día intensoooooo
      Besos

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  4. ¡UH! Cary, que mal lo del pie. Espero que el antiiflamatorio funcione y que, más descansada, puedas disfrutar verdaderamente el resto del viaje. A la vuelta, quién te dice, a lo mejor pasás por Roma para tomar el avión y la encontrás mejor :)

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    1. Gracias!! Mi pie sigue doliendo, pero es tolerable por el momento. A Roma sólo pasaré a dormir el domingo próximo antes de partir al próximo tramo del viaje y después sólo al aeropuerto. Así que nunca más!!!

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  5. Vas mejorando día a día!!! Pensá en positivo! Todo saldrá bien. A disfrutar de esas vacaciones soleadas. Besos

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