lunes, 29 de febrero de 2016

Emergencias aeroportuarias


Pasaron muchos años antes que pudiera volver a viajar al exterior. Todo por una básica razón: estaba tan excedida de peso que además de no entrar en los putos asientitos de juguete de los aviones, no estaba en condiciones de caminar ni media cuadra sin pedir a gritos un tubo de oxígeno!!
Así que volver a hacer viajes internacionales fue para mí todo un desafío. 
Me parecía que me iba a perder, que no sabría desenvolverme, que se me trabaría la lengua cuando intentara siquiera saludar en inglés... tal era mi miedo que una semana antes de emprender mi viaje al viejo mundo me atacó un cólico renal!!!
Sí, el dolor más fuerte que sufrí en mi vida. 
Viajaba un viernes y comencé con esto el domingo anterior. De terror.
Sólo faltaba un día para mi viaje y yo estaba tomando ese líquido salado horroroso para vaciar los intestinos y hacerme un estudio de contraste.
Finalmente el médico dio el okey y emprendí mi viaje.
En el Aeropuerto de Ezeiza ya tuve mi primer ataque de pánico, pensando en qué haría cuando llegara a destino.
Lo superé y viajé perfectamente... bueno, si se puede llamar perfectamente a tener 1,80 m. de altura, encogida en un asiento del medio, durante 14 largas horas.
Llegué al aeropuerto de Frankfurt... una ciudad dentro de la ciudad!! y comencé a seguir las instrucciones para hacer la conexión a Amsterdam.
Respiré hondo y recordé las palabras de mi psicóloga, quien me había dicho: "Es sólo seguir letras y números. No es tan difícil".
Terminé en la puerta correspondiente a la hora indicada y hasta pude enviar unos mails aprovechando los pocos minutitos de internet libre que los generosos alemanes ofrecían e incluso almorzar un sandwichito!!
Tomé el avión y volé a Amsterdam.
Todo bien hasta que fui a recoger mi equipaje... yo, que me había esmerado en hacer envolver mi valija para que nadie afanara nada, de pronto la veo salir sin el plástico protector y con algunos cierres entreabiertos.
Debo confesar que casi me infarto!!!
¿Qué iba a hacer entonces? ¿Abrirla en medio del aeropuerto y ver qué faltaba? Era ridículo!!
Comencé a revolver en mi bolso buscando teléfonos del seguro que había contratado con el envoltorio del equipaje. ¿Y de dónde llamar?
Decidí respirar hondo antes del segundo ataque de pánico y esperar llegar al hotel.
Gracias a un alma caritativa holandesa descubrí que había un shuttle bus para mi hotel en lugar de tener que gastar fortunas en un taxi. Y así esperé pacientemente hasta que se hiciera la hora de partida, sin dejar de echar un ojo al equipaje y pensar qué me habrían robado (mentalidad argentina, qué se le va a hacer)
Apenas llegué al hotel y pude aterrizar en mi habitación, desarmé todo, repasando cada cosa que había llevado.
Recordé unos dólares que tenía dentro de un zapato. Jamás dejo plata en la valija que despacho, pero entre el cólico y mi susto había olvidado pasarlos al bolso de mano. Seguramente eso era lo que faltaba.
Pero no, allí estaban los 400 dólares intactos.
Pensé en el perfume importado, que era de las cosas de más valor que transportaba. 
También allí estaba.
Después de varios minutos de revolver todo, al fin lo descubrí: me faltaba una loción demaquillante de ojos.
¿Qué habrá pensado la policía aeroportuaria? ¿Que era ácido? ¿Material para hacer una bomba casera?
Lo cierto es que había desaparecido, no era importante y con ello al fin pude respirar.
Mi viaje transcurrió sin mayores sobresaltos y llegué al final hinchada de confianza de que todo saldría redondito. Ya tenía experiencia aeroportuaria.
Pues me equivoqué.
En primer lugar, el vuelo Amsterdam/Frankfurt salió con casi una hora de retraso. Así que las dos horas que tenía para hacer la conexión a Buenos Aires, de repente se transformaron en una.
Pero eso no me preocupaba. Encontraría la puerta con letras y números y tomaría el siguiente avión. Además ahora no estaba sola. Una amiga me acompañaba.  Si nos perdíamos al menos éramos dos!!
Bajamos en la terminal A. Nuestro vuelo salía de la Terminal C.
Fuimos siguiendo los carteles a paso largo hasta que de repente nos topamos con una vía y un tren!!!
Nunca me había sucedido antes. 
El aeropuerto era tan grande que los traslados de una terminal a la otra se hacían en trencito!!!!!!!!!
Subimos confiadas al tren que nos llevaría a la terminal B, C y D, sin dejar de mirar el reloj.
Primera parada. Asumí que era la terminal B. La letra B aparecía en todas partes. 
Nos quedamos a bordo.
Segunda y última parada: terminal D!!!!!!!!!!!!
Entonces sobrevino el ataque.
¿Dónde había quedado la terminal C???
Saltamos fuera del tren y con mi inglés básico enganché al primer ser humano que crucé para preguntar.
Alegremente nos informó que ya la habíamos pasado, que la terminal C estaba junto a la B!!!!
¿Cómo regresar? (juro que hubiera comenzado a correr por las vías!!)
Teníamos que descender, buscar otra "estación", tomar el trencito inverso y bajar en la siguiente parada.
Simple ¿no?
Cuando llegamos corriendo (todo esto con equipaje de mano incluido), el tren estaba por salir.
Ibamos con otra argentina, tan perdida como nosotras. La perdimos por el camino (y mi solidaridad, debo confesar, en ese momento estaba no disponible)
Bajamos en la terminal B y por ahí, chiquito decía "C". Comenzamos a seguir las señales.
El tema era que nuestro avión no partía de la puerta 1 sino de la 14!!!!!!!!!!! y ya estábamos sobre la hora!!!
Ahí comenzamos a correr. Creo que si en ese momento Forrest Gump me jugaba una carrera, perdía.
Olvidé mi fobia a las escaleras mecánicas y cintas transportadoras. Sólo corría prendida a mi valija de rueditas.
Todo cruzó por mi mente: que si perdíamos el vuelo, que el equipaje ya había sido despachado, que cómo conseguiríamos lugar en otro avión... TODO.
Llegamos cuando terminaban de embarcar.
Estaba tan agitada que ni un saludo pude emitir. Mi cabeza era una catarata y no paraba de chorrear sudor.
La azafata que nos recibió me miró con un poco de asquito, pero no afectó mi autoestima. Igual me sentí triunfante al depositar pesadamente mi trasero en el asiento asignado.
Misión cumplida.
De ahí en más, unas cervecitas y un clonazepam hicieron lo suyo y tuve un viaje placentero.
Eso sí, desde entonces busco conexiones con más margen horario. Por si acaso...

5 comentarios:

  1. Recuerdo cuando lo contaste en una de nuestras reuniones!!! Pero valió la felicidad, tanto esfuerzo!!! Sigue viajando y disfrutando a pesar de las peripecias.

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    1. Como toda experiencia, es graciosa después del paso del tiempo. Siempre es bueno tener algo que contar!!
      Besos y gracias por leerme siempre!!

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  3. BUENISIMO COMO LO CONTAS ... ESCRIBI UN LIBRO DE TODO ESTO ,SERIA UNA GUIA PARA TENER EN CUENTA .BESOS.

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  4. BUENISIMO COMO LO CONTAS ... ESCRIBI UN LIBRO DE TODO ESTO ,SERIA UNA GUIA PARA TENER EN CUENTA .BESOS.

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